La campaña electoral en Baza ha transcurrido dentro de la más absoluta normalidad, tanto que en algunos momentos apenas se apreciaba que existía. Las únicas "batallas" con algo más de munición se han vivido en el seno de la Junta Electoral, que ha tenido que esforzarse por dar rápida solución a más de un requerimiento de las distintas candidaturas, aunque al final sus decisiones no han tenido ninguna repercusión en los hechos que se intentaban denunciar. Cada uno ha tenido ocasión de contar lo poco o lo mucho que propone; apenas si se han dirigido alusiones al resto, ni tan siquiera al candidato que aspira a su reelección. Muy educados, correctos, concentrados en su programa y en su planificación, es difícil encontrar momentos calientes e incluso fotografías con algo de mordiente en ninguno de los siete aspirantes a la alcaldía de Baza.

Tal y como habían anunciado los partidos, las paredes de la ciudad han sufrido en esta ocasión mucha menos agresión propagandística que en anteriores citas electorales. En cambio, lo que sí se han aprovechado han sido las imágenes "aéreas", es decir, las pancartas de lado a lado de las calles y las farolas. Precisamente en el reparto de estos espacios públicos para la publicidad se produjo la primera polémica. El Ayuntamiento propuso un reparto igualitario entre las siete candidaturas, pero el Partido Popular protestó ante la Junta Electoral reclamando que dicho reparto se hiciera proporcional al número de ediles en la presente legislatura. Efectivamente, la Junta le dio la razón y la distribución tuvo que hacerse dando un 35% de los espacios al PSOE, el 30% al PP, 10% a IU y PA, y 5% a cada uno de los tres novatos, Ciudadanos, Ahora Sí y Falange.