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El emblema de los Juegos

  • Phelps se va para siempre como la mayor leyenda olímpica tras sus 22 medallas · El baloncesto se enreda con Rusia y en el horizonte asoma Estados Unidos · Farah desata Londres

Michael Phelps agota los adjetivos superlativos. Nadie tacharía de barbaridad si el Comité Olímpico Internacional tomara la decisión de colocar la figura del nadador de Baltimore como emblema de los Juegos, como la NBA hizo con Jerry West. Aunque fuera sólo en una ocasión especial, Phelps como símbolo del movimiento olímpico después de destrozar todos los registros habidos y por haber. Se va el estadounidense con 27 años y 22 medallas, 18 oros, dos más de los que lleva España en los Juegos a partir de Barcelona 92. Un dios, un extraterrestre, un icono para que luzca su silueta en la sede del COI en Lausana, el más laureado en los 116 años del olimpismo moderno.

Con el triunfo en 4x100 estilos cerró la puerta a la etapa más gloriosa de un deportista en la era moderna. Este tiburón hecho hombre ha puesto el listón a una altura imposible, utópica, para cualquier ser terrenal. ¿Quién será el rey en Río? ¿Y en las dos ediciones siguientes? La dinastía de Phelps ha estado vigente durante tres Juegos, sin contar aquellos de su debut en Australia. Un mito. Adiós y gracias.

La alegría de esta leyenda mundial nada tuvo que ver con el berrinche previo de la afición española, a quien le dio el almuerzo la selección de baloncesto.Tiene atravesada a Rusia. Le dio el disgusto en el Eurobásket 07 y tras cinco años volvió a amargar al equipo de un Scariolo cuya gestión creó controversia. Dos derrotas, a la tercera se diplomará España en reveses frente a los ex soviéticos. Con un 20-2 de salida, suena extraño que un grupo tan compacto pierde fuelle hasta que cerca del descanso Rusia se arrimó a seis y en el tercer cuarto iguale a 47. Muchos minutos para Navarro, poquísimos a Ibaka, nulidad en el perímetro y defensa laxa ante los triples rusos, he ahí algunas claves, amén del fallo en el tiro libre de Pau Gasol. Un parcial de 4-15 recompuso al rival. Al final, el resbalón escuece más que otro al toparse en unas teóricas semifinales con Estados Unidos, que también las pasó canutas con Lituania pero no tanto. Cualquier ventajista se acordaría ahora del seleccionador que casi ganó a los yanquis en la final de Pekín y pediría cambio al árbitro: entra Aíto, sale Scariolo. Pese a todo, estos chicos y el italiano se han ganado el crédito para confiar en ellos, aunque en nuestro país echaban humo muchísimos atacando al repeinado técnico con dos oros continentales con España en su palmarés.

No pudo ser. Agradó pese a perder dos partidos seguidos la collera FF, siglas de moda los viernes en Twitter. A Ferrer y Feliciano no les quedaba un gramo de fuerza -"estoy agotado, necesito descansar", indicaban las miradas entre el alicantino y el toledano- tras la paliza contra Tsonga y Llodra y lo pagaron ante Gasquet, el Daniel el Travieso galo, y Benneteau. Resistieron el primer set y luego claudicaron para concluir cuartos, un resultado a la par inesperado y triste. Con más dolores, no físicos precisamente, que los españoles terminó la rusa Sharapova, pisoteada por otra que agranda su leyenda, Serena Williams, al apoderarse del oro olímpico individual, el último hito para culminar una carrera magnífica. El último apunte del All England Club, antes de que Sir Roger divida hoy a la grada ante un aspirante a obtener alguna distinción británica, Murray: los hermanos Bryan, esos a los que su madre no quería enfrentar de pequeños para que no se pelearan, merecían el hueco dorado en unos Juegos y ayer se lo ganaron con creces a sus 34 años.

El diploma tiene su aquél, por supuesto. Nadie lo negará por mucha medallitis que nos ciegue. A Ferrer y a Feliciano mejor no hablarles del asunto -el tenis español se queda sin medalla desde Los Ángeles 86-, pero sí a los agraciados con este premio. Quizás menos radiante esté Fátima Gálvez, cordobesa de Baena que buscaba presea en foso olímpico de tiro, viendo a su lado cómo la jovencísima italiana Rossi hacía diana en 99 de sus 100 disparos, récord de precisión, mientras San Marino -¡oh, lástima para el diminuto país!- rozaba el podio por primera vez en unos Juegos. Sí entró en la meta como unas castañuelas, aun siendo de Zarauz, Ainhoa Murua, con muchos triatlones en lo alto y que ayer cruzó la meta séptima, un oro para ella -la suiza Spirig y la sueca Norden lograron el mismo tiempo, pero la corona se la llevó la primera por una decisión de los jueces al no resolver la duda la photo finish-. Exitazo fue la quinta posición de Miguel Angel López en los 20 kilómetros marcha. A falta del granadino Paquillo, a quien el TAS apartó de los Juegos tras cumplir su castigo de un año, el murciano López en una disciplina muy española.

El atletismo, ese deporte en el que la obsesión por el dopaje alcanza cotas insospechadas, ya arde en el Estadio Olímpico. La final de los 100 de chicas fue el preludio de ese hectómetro de ensueño con Bolt y Blake, con el permiso de Powell, Gay... Ayer por la mañana ya desentumecieron los músculos. También lo hizo Marta Domínguez tras la lesión de Helsinki, clasificándose para la final como cuarta de su serie. Con algún apuro, sí, pero la palentina es la única que pasó de primera ronda tras el oscurísimo papel español el viernes y estará con las mejores en los obstáculos.

Con Mo Farah estalló Londres. Big Bang en la capital británica. El fondista de origen somalí engañó en su estrategia a toda la tropa africana, perdedora de una final de 10.000 en la que un blanco, el estadounidense Galen Rupp, les robó la cartera y la plata a los hermanos Bekele -Tariku, bronce; el colosal Kenenisa, cuarto- al acabar por detrás del imponente Farah, ambos entrenados por el cubano nacionalizado yanqui Alberto Salazar. Rozó el paroxismo el griterío en el recinto londinense con los 10 kilómetros, aunque antes se habían colgado dos atletas locales sendos oros: Jessica Ennis, en heptatlón, y Greg Rutherford, en salto de longitud. Cerraron la segunda jornada en el tartán las ocho velocistas de los 100 femeninos. La jamaicana Fraser-Pryce revalidó su título pekinés, superando a Jeter, la mejor representante del país de las barras y estrellas en un carrerón con media docena de mujeres por debajo de 11 segundos.

Otro ejemplo de superación digno de mención viene de Sudáfrica: Oscar Pistorius. No sólo cumplió su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos con las dos piernas amputadas, sino que para mayor regocijo pasó a la semifinal de los 400. Estas conmovedoras historias dan mayor envergadura si cabe a tan magno acontecimiento cuatrienal.

Recuperados por completo del robo arbitral contra Croacia se encuentran los waterpolistas de Rafa Aguilar, que ayer derrotaron a Grecia y se clasificaron para cuartos de final a falta de un partido de la fase de grupos. El equipo femenino, que animó ayer a sus compañeros, hoy debe someter a Gran Bretaña y colarse en las semifinales para seguir haciendo historia en su debut olímpico.

El mal día de Marina Alabáu no fue para tanto. La mejor regatista de España en Weymouth había dominado el RS:X a su antojo y ayer ser permitió un tercero y un séptimo, que mantienen a la sevillana en lo más alto de la clasificación a falta de dos regatas y la Medal Race del próximo martes. Tiene en el cogote a la israelí Lee El-Korsiz, tres puntos, pero virtualmente ha garantizado el podio salvo hecatombre, más aún después del error grave de la polaca Noceti-Klepacka.

A la cama se fueron contentos los jugadores de Valero Rivera. El equipo de balonmano será como poco tercero tras ganar a Hungría. Queda Croacia, que avasalló a Dinamarca... No mostraron descontento por su papel Elsa Baquerizo y Liliana Fernández, eliminadas en octavos en voley playa tras un torneo notable.

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