Flamenco

Dos guitarras

  • Coinciden en las estanterías flamencas dos libros biográficos sobre sendos guitarristas de extraordinaria influencia en la segunda mitad del siglo XX, Paco de Lucía y Manuel Morao.

Paco de Lucía. El hijo de la portuguesa. Juan José Téllez. Planeta. 470 páginas.

Sinelo calorró. Juan Manuel Suárez Japón. Diputación de Cádiz, 436 páginas.

Juan José Telléz, además de a la inmensa bibliografía que atesora, ha tenido acceso para redactar esta obra a documentos familiares y personales privados, como las cartas que Paco de Lucía remitía a su familia desde Estados Unidos en sus primeras giras americanas con José Greco.

El autor amplía generosamente sus anteriores acercamientos a la figura del algecireño, Paco de Lucía: retrato de familia con guitarra (1994) y Paco de Lucia en vivo (2004). Esta ampliación va de la mano no sólo de la narración de la peripecia vital del tocaor, sino también del paisaje del flamenco contemporáneo. Y de la España de la época. Así, por las páginas se suceden los nombres y las biografías del Niño Ricardo, Sabicas, Mario Escudero... Es decir, los maestros no estrictamente familiares de Paco de Lucía. Y también Valderrama, José Greco, Antonio, Caracol, Mairena, Fosforito, El Chato de la Isla, El Sevillano, El Lebrijano, Gades, Miguel de Molina, Pepe de Lucía, Morente, Pedro Iturralde, Paco Cepero, Bambino, Manolo Sanlúcar, Tomatito, Jesús Quintero, Al Di Meola, Ravi Shankar, Jorge Pardo, Carles Benavent, Rubem Dantas, Ricardo Pachón, Cañizares, Chick Corea, Félix Grande, Ortiz Nuevo, Alejandro Sanz, Malú... y, por supuesto, Camarón.

Y es que Paco de Lucía ha estado con todos, con esos y con todos los demás. Paco ha estado por presencia o por ausencia, da igual. También están los amigos de la infancia, que Paco de Lucía mantuvo hasta el final: uno de sus méritos mayores como ser humano. A Camarón de la Isla y su relación con Paco de Lucía dedica Téllez 75 de las 470 páginas de este libro. Sobre esta relación se han escrito libros, se han hecho películas, de ficción o no, se han publicado artículos, emitido programas de radio y televisión... Nada cabe añadir a lo dicho. Y, respecto a la famosa polémica de los derechos de autor, sólo decir, desde la rabia naturalmente, que Paco de Lucía ha sido el mayor creador flamenco de nuestro tiempo. Y quizá de la historia. Todos, incluidos los que escribimos, deberíamos pagarle a él derechos de autor. Y es que, claro está, en la historia de Paco de Lucía, en la historia del flamenco, en la historia de España, también la mezquindad y la envidia han de ocupar su espacio para que ésta sea completa.

Téllez nos conduce a través de un minucioso recorrido biográfico y artístico del tocaor. Concierto a concierto, gira a gira, hijo a hijo, disco a disco. Y, si en lo relativo a su vida Téllez se sirve de los familiares y amigos de Paco, amén de las propias declaraciones, públicas o privadas, del tocaor, y también de otros biógrafos, en relación a su obra da voz a los expertos: Paco Sevilla, José Manuel Gamboa, Félix Grande, Faustino Núñez, etcétera.

Si la influencia de Paco de Lucía es planetaria, podemos decir que la guitarra flamenca en general y jerezana en particular sería hoy otra sin Manuel Morao, protagonista de Sinelo calorró. Se trata también de un recorrido biográfico, en este caso en boca de su propio protagonista, a través de una larga entrevista con Juan Manuel Suárez Japón. Manuel Moreno Jiménez (Jerez de la Frontera, 1929), Morao para el arte, va desgranando en esta obra su vida y sus relaciones con Manolo Caracol, Carmen Amaya o La Niña de los Peines. Fundamental para su carrera tocaora fue su periplo junto a Antonio Ruiz Soler, con el que recorrió el mundo, o sus trabajos con Antonio Mairena, con el que coincidió precisamente en la compañía del bailaor sevillano. Morao desgrana sus discos junto a Mairena, fundamentalmente su Antología del cante flamenco y cante gitano, del que adopta su estética y su teoría del "arte gitano-andaluz". Acompañó a los más grandes artistas jerezanos, en vivo y en disco, como La Paquera o Sernita, aunque fue con Terremoto con el que formó un dúo mítico, para la historia, probablemente el cantaor con el que mejor se identificó y entendió.

También fue un importante descubridor e impulsor de los jóvenes talentos cantaores de su tierra en los años 80 y 90 con proyectos como los Jueves Flamencos o Gitanos de Jerez. De todo ello da cuenta en esta obra de discurso sobrio pero emotivo, elocuente y visceral. Por supuesto que sus recuerdos me resultan mucho más interesantes que sus opiniones sobre el flamenco, parciales y sectarias, bien conocidas por todos, y que expresa aquí, una vez más, con la contundencia habitual. Un guitarrista enorme, cuyo bordón es uno de los más reconocibles y maravillosos de la historia del flamenco, creador de una escuela tocaora de una trascendencia enorme, capaz de pasar del intimismo más sutil a la fiereza mayor sin solución de continuidad, y que hoy lleva por todo el mundo su sobrino-nieto Diego del Morao.

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