Cultura

Celebración a dos bandas

  • Keith Jarrett cumple 70 años con dos nuevos discos que abarcan sus facetas clásica e improvisadora.

Casi ningún músico de jazz vivo goza de su estatus mediático. Pocos puede presumir de un estado que compagine una extensa y rutilante trayectoria a sus espaldas con un notable estado de forma actual. Y escasos nombres cuentan con el apoyo incondicional de una marca discográfica -ECM Records- que, consciente de la veteranía de su estrella y alertada por luces rojas como aquel síndrome de fatiga crónica anunciado a finales de los años 90 y que le impedía sentarse al piano "más de cinco minutos", planifica concienzudamente, paso a paso pero sin pausa, sus apariciones en el escaparate discográfico.

El próximo viernes 8 Keith Jarrett cumplirá 70 años sin abandonar la cresta de la ola desde que despuntara a finales de la década de los 60 del pasado siglo como chico-prodigio de la escena a la sombra de gigantes del peso de Art Blakey, Charles Lloyd o Miles Davis. La edad no es obstáculo para que su figura siga discutiendo hoy la primacía jazzística a cuantas voces surgen en un panorama presente tan animado como exigido y donde lleva décadas consolidado como institución en activo.

Lo cierto es que ni el aparato industrial del sello de Manfred Eicher descansa ni el pianista de Pensilvania aporta razones para ello: el pasado 24 de enero su legendario doble álbum en piano solo The Köln Concert (1975) cumplió 40 años agarrado a una popularidad poco menos que inédita (más de cinco millones de copias vendidas) en el restringido mercado jazzístico, pero también a una expuesta creatividad plasmada en una obra colorista e imaginativa que sentó cátedra. Meses antes se ponía en tiendas Last Dance (2014), el segundo volumen de los registros a dúo con el desaparecido contrabajista Charlie Haden. Y poco después, Eicher tiraba de archivo con Hamburg '72 (2014), un concierto reseñado en estas mismas páginas, capturado el 14 de junio de 1972 en el NDR-Jazz-Workshop de Hamburgo para la homónima radio alemana y en el que el Jarrett repetía protagonismo con Haden así como con el batería Paul Motian.

Pero la celebración merecía sin duda una propuesta especial. Una puesta en escena que mostrara no sólo la grandeza de Jarrett, sino también su versatilidad estilística. Y nada mejor que un doble lanzamiento con su piano como primordial intérprete afrontando tanto su vertiente improvisadora como su faceta más clásica; una cara no tan conocida como la primera pero que ha asociado a Jarrett a compositores del calibre de Wolfgang Amadeus Mozart, Georg Friedrich Händel, Igor Stravinsky o Dimitri Shostakovich con la interpretación de 24 Preludes and Fugues op.87 (1991).

Así, Creation (ECM/Distrijazz, 2015) pone sobre el tapete la rama más introspectiva de su veta improvisadora. Nueve piezas numeradas en secuencia, extraídas de conciertos grabados en piano solo en santuarios como el Roy Thomson Hall de Toronto, el Kioi Hall de Tokio, la Salle Pleyel de París y el Parco della Musica de Roma durante los meses de mayo, junio y julio del año pasado y cuyos despliegues ilustran una cara sobria y reflexiva, por momentos casi esquemática, del músico norteamericano. Eso sí, no se echa de menos ni su inherente lirismo ni un perfil que acaba enlazando con su silueta clásica. Como maestro del formato, Jarrett sabe aplicar nociones y acentos diferenciadores a un definición individual donde la improvisación siempre ha primado sobre la composición, incluso en sus conocidas recreaciones de las partituras de aquellos añejos estándares. La lista de registros discográficos en piano solo - todos para el sello ECM- es cuantiosa y jugosa y pocos pianistas pueden presumir de un método tan distintivo y reconocible, plasmado, a su vez, en tantos planos y desarrollos.

El otro frente de esta celebración en la cúspide la aporta la inmersión en la obra de dos ilustres compositores como Samuel Barber y Béla Bartók a través de la etiqueta ECM New Series. El Piano Concerto op. 38 del primero y el Piano Concerto No. 3 del segundo, interpretados junto a la Rundfunk-Sinfonieorchester Saarbrücken, dirigida por Dennis Russell Davies, y la New Japan Philarmonic Orchestra, con Kazuyoshi Akiyama a la batuta, respectivamente, recuperan dos registros en vivo de 1984 (Sarrebruck, Alemania) y 1985 (Tokio, Japón) con un Jarrett solvente y sensible investido con los ropajes de solista. Su pasión por ambos autores se concreta en una grabación que presume de ser la única donde Jarrett aborda estas piezas. La propina del concierto de Tokio aporta una miniatura de propio cuño bautizada como Tokyo Encore - Nothing But A Dream y que parece querer cerrar el círculo, enlazando las distintas naturalezas -la compositora e improvisadora, la de intérprete y creador, la clásica y la jazzística- de un músico, en todos los campos, y a todas luces, superlativo.

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