Clásica

El piano republicano

  • El pianista canario Jorge Robaina dedica un doble disco en el sello Ibs Classical a música de cuatro compositores de la Generación de la República.

El piano olvidado. Jorge Robaina. Ibs Classical.

Catedrático de Repertorio Vocal en la Escuela Superior de Canto de Madrid y pianista de aquilatada y larga trayectoria en nuestro país, el canario Jorge Robaina se interesó por el grupo madrileño de Los Ocho, núcleo básico fundacional de la conocida como Generación de la República, por un encargo que le llegó de la Residencia de Estudiantes: "De esto hace ya ocho años. Arturo Reverter, que era el responsable de actividades de la Residencia, estaba preparando un ciclo sobre el piano de la Edad de Plata, y me pidió que montara un recital con música de Los Ocho, pero eludiendo a los hermanos Halffter [Ernesto y Rodolfo], porque eran los más conocidos. De Fernando Remacha había hecho música con anterioridad y de Rosita García Ascot encontré algunas cosas que no estaban mal, pero tampoco cabía todo y finalmente me quedé con los otros cuatro compositores. Después de aquello seguí interesándome y programando este repertorio. Mucha gente me decía que tenía que grabarlo, pero no fue hasta el año pasado cuando encontré un sello que me permitía hacerlo como yo quería".

Convencido de que se trata de una música de gran calidad, Jorge Robaina ha llevado en estos años a Los Ocho a Estados Unidos: "He tocado este repertorio en Nueva York y en Dallas y la recepción fue siempre extraordinaria. También tocaba Albéniz, Falla y otros autores españoles, pero estas obras llamaban mucho la atención, entre otras cosas, porque no las conocían". Las piezas que ahora salen publicadas en un doble CD del sello granadino Ibs Classical son la suite Colores en seis movimientos de Julián Bautista (1901-1961), las Seis danzas españolas en suite de Gustavo Pittaluga (1906-1975), Circo de Juan José Mantecón (1895-1964) y los 24 preludios Op.34 de Salvador Bacarisse (1898-1963). Aunque no son obras demasiado frecuentes, "sólo la de Pittaluga estaba inédita en disco". "Colores se ha grabado bastante -explica-. La de Mantecón también está grabada, y de los Preludios de Bacarisse hay una grabación antigua en elepé y un registro en el archivo sonoro de la Fundación March, aunque eso está sin editar".

Muchos de los compositores de la Generación de la República se exiliaron tras la Guerra Civil, entre ellos Bacarisse, que compuso sus 24Preludios en 1941 en el París ocupado por los alemanes. "Para el concierto de la residencia hice sólo diez, los que pude montar en condiciones en dos meses, porque son dificilísimos. Es una música que tienes que tener muy en dedos. Con la partitura en la mano, decidí seguir adelante con ellos y los llevé completos a Nueva York al año siguiente. Me parece una música soberbia. Son especies de estudios, como una clase de composición. En algunos casos veo el rigor de la música serial de Webern. Mi impresión es que los compuso como un ejercicio en el que imita a Chopin, o al menos parte de él, y eso se nota no sólo en que sigue todas las tonalidades mayores y menores, sino también en los contrastes. Por ejemplo, el de Chopin es lento, maravilloso, igual que en Bacarisse, o el primero que es como una obertura. Tengo montados los de Chopin y me gustaría alguna vez alternarlos en un concierto."

Para el pianista canario, detrás del olvido en que esta música ha estado mucho tiempo hay varios factores: "Por un lado, las circunstancias políticas. Muchos de estos músicos estuvieron muy comprometidos con el régimen republicano, algunos acabaron exiliados, y es evidente que durante el franquismo no estaban muy bien vistos. Pero creo que es incluso más definitiva la llegada en los años 50 de una nueva generación de compositores que pretendían conectar con las vanguardias europeas del momento, rompiendo con todo lo anterior, y miraron a los de la República un poco por encima del hombro".

El Grupo de los Ocho se presentó oficialmente el 29 de noviembre de 1930 en la madrileña Residencia de Estudiantes con una conferencia-concierto en la que se leyó su Manifiesto, escrito por Pittaluga. "Eran muy distintos entre sí. Me pareció entrañable ese espíritu de tolerancia, esa apertura de miras. No todos venimos de la misma escuela ni tenemos por qué seguir el mismo camino, pero nos presentamos juntos e incluso lo hacemos con un manifiesto". De cualquier modo fueron las tendencias neoclásicas, cercanas al universo de Los Seis franceses las que se impusieron entre sus miembros. "Eso se aprecia muy bien en El circo de Mantecón, una obra en tres tiempos que está llena de sentido del humor. La partitura incluso está ilustrada con dibujos alusivos, y luego usa indicaciones como Aquí baila la mona o, al final del primer movimiento, Tocar con ganas de acabar, que son puro Satie".

Escrita en 1921-22, Colores de Julián Bautista es la obra más difundida de las cuatro incluidas en el disco, también la más antigua y la más cercana al universo impresionista. "Es por ello la menos española de todas. La podría haber escrito cualquier compositor francés de la época", comenta Robaina. En cambio en las Danzas de Pittaluga, que nunca antes se habían grabado, "veo las castañuelas por todas partes. De hecho, está dedicada a La Argentinita. Pienso que un coreógrafo de danza española podría sacar de aquí un ballet delicioso. Pittaluga estaba muy orgulloso de esta obra: se la mandó a Falla, a quien le gustó mucho y le aconsejó que la orquestara. Luego, en los 40 se quejaba de que se hubiera interpretado poco. Pero la realidad es que es música muy difícil de tocar. Tiene la dificultad de Scarlatti, con muchos saltos, mucho cruce de manos".

Aunque contempla la posibilidad de hacer más música del grupo, Jorge Robaina no se reconoce como un especialista, y confiesa que la vida de un intérprete está marcada por el mercado, por aquello que le piden. "En septiembre voy a grabar un disco dedicado a una compositora navarra de la época, Emiliana de Zubeldía, pero es un encargo. La realidad es esta: si a mí me llaman mañana para un concierto y me piden que haga obras de Los Ocho que no sean las de este álbum, ese trabajo de estudio y montaje te lo están pagando. Tengo por ejemplo unas Variaciones de Bacarisse estupendas. Pero a mí me cuesta mucho trabajo montar las obras. No soy de piano fácil. Leo rápido, pero una cosa es leer y otra estar en condiciones de presentar algo en un concierto. Me gustan pianistas como Zimerman, al que le escuché una vez decir que no tocó en público la Sonata de Brahms hasta que la llevaba estudiando ocho años; leerla, sí, claro, en una semana, como todos, pero para ofrecer la música a los demás antes tienes que hacerla tuya, y eso lleva su tiempo".

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