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"La primera vez que pisé la Plaza de Mayo temblaba como una hoja"

  • La incansable anciana rescató a su marido, recuperó el cuerpo de su hija asesinada por la dictadura argentina y, aún hoy, sigue buscando a "los 500 nietitos robados"

Al hablar de las Abuelas de la Plaza de Mayo, el simple nombre ya remueve sentimientos en el estómago. Estela de Carlotto es la presidenta de esta asociación argentina "que surgió sin querer" como describe ella misma.

Estela era un ama de casa, una maestra con cuatro hijos hasta la "noche de los lápices" de 1976, cuando su marido y una de sus hijas que estaba embarazada fueron secuestrados por la dictadura militar argentina.

Este día nació la "nueva Estela" y se convirtió en una súperabuela, una de las 12 que acudían cada día a la Plaza de Mayo para pedir respuestas.

Luchadora incansable, la voz de un colectivo que dedica todo su esfuerzo a rescatar a los bebés desaparecidos de la dictadura militar viajó a España para contar su historia porque, según Estela, "no se puede caer en el olvido".

Abuela de vocación, accedió a ser entrevistada sin cita previa y convirtió la fría estancia de la Universidad Internacional de Andalucía en un hogar durante la conversación con su sola presencia.

Esta transgresora anciana logró rescatar a su marido, "para ello tuve que pagar una gran suma como rescate y llamar de puerta en puerta para conseguir ese dinero", contaba. Pero de su hija Laura lo único que pudo recuperar fue su cuerpo, que es mucho más de lo que otras abuelas y madres de la Plaza de Mayo consiguieron.

En su lucha incansable consiguió "encontrar el campo de concentración donde fue torturada y asesinada mi hija. Allí hablé con algunos de los que habían sido sus compañeros que me contaron que Laura decía que su madre no perdonaría a los milicos lo que le estaban haciendo. "Pensé entonces que mi hija me conocía mejor que yo misma porque yo nunca creí que fuera capaz de llevar a cabo una tarea tan titánica como la que hemos hecho las Abuelas", contaba Estela con una sonrisa llena de paz a pesar de las dictaduras vividas y los palos soportados.

Las Abuelas son una versión pragmática de las Madres de la Plaza de Mayo. "El objetivo era otro y muy concreto: buscar a los nietitos que fueron arrebatados a sus padres y merecían conocer a su verdadera familia. Para ello teníamos unas tareas muy particulares, visitar las casas cuna, los centros de detenciones de menores, ir a los orfanatos o hablar con vecinos por si alguna familia tenía un bebé en el barrio sin que la señora de la casa hubiera estado embarazada".

"Nosotras hasta aquel momento éramos simples mujeres para las que este nuevo reto era una auténtica aventura". "La primera vez que pisé la Plaza temblaba como una hoja pero me dijeron no tengas miedo, camina que no te va a pasar nada, y así lo hice hasta ahora".

Pero el enemigo era poderoso, y las doce señoras pioneras estaban dispuestas a todo con tal de conseguirlo. "Tuvimos que disfrazarnos de vendedoras de cosméticos, de encuestadoras, hacíamos fotos detrás de los árboles y lo que fuera necesario para encontrar a cualquiera de los nietos perdidos", cuenta Estela.

"Incluso recibí amenazas de muerte", asegura la señora de Carlotto que aún hoy acude cada día al hogar de la asociación de abuelas con un chófer particular de la Policía. "Al principio me sentía incomoda" explicaba, "sentía que estaba con el enemigo, me llevaba uno de los milicos que secuestraron a Laura, a mi marido y que intentaron matarme por ser molesta, supongo que él pensaba que yo era una vieja loca".

Espías improvisadas, investigadoras sin docencia, abuelas sin nietos, así son las mujeres miembros de esta asociación que a día de hoy siguen reuniéndose los martes, ya no en la plaza, sino en un hogar donde acogen a los niños del vecindario que se acercan a merendar. "Ahora se ven muchos bastones en nuestras reuniones de los martes", bromea Estela siempre con la calidez que le ha dado su lucha y su historia.

Y los logros han sido muchos, "encontramos a 95 de los 500 nietos perdidos y los devolvimos a sus familias, hemos creado un banco de sangre para identificar a los niños robados y una Red Nacional del Derecho a la Identidad", explica Estela. Y apostilla "no fui yo, fuimos todas porque nada se puede construir en soledad".

La asociación está compuesta sólo por mujeres "pero nuestros maridos ayudaron mucho sólo con su apoyo", cuenta Estela, quien opina que "si las mujeres gobernaran, habría menos guerras, porque las mujeres somos creadoras de vida".

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