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Cuando los hombres tergiversan las leyes de Dios

  • En ninguno de los versículos del Corán se contempla la lapidación como castigo, ni la falta de derechos que día a día sufren miles de mujeres en países islámicos

NO se puede hablar de las mujeres en el mundo musulmán como un ente único generalizado. Se debe huir de los tópicos". La profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Barcelona, y autora del libro Ser dona i musulmana , Dolors Bramon, señala a este diario que no se puede culpar al islam de los estereotipos negativos que contaminan al mundo musulmán.

"El Corán no establece un sistema machista sino que en muchos aspectos intentó suavizar las prácticas patriarcales que se llevaban a cabo en las sociedades de los actuales territorios musulmanes, en los siglos V y VI a.C", señala.

Contrariamente a lo que se cree, en sus albores el islam representó una mejora en la condición de la mujer e incluso se llegó a considerar como una "edad de oro femenina". Ejemplos los encontramos en versículos del Corán donde se reconoce el derecho a la herencia de las mujeres, algo impensable en la Biblia, y además se aceptaba como motivo de divorcio la impotencia del marido.

Es cierto que, por un lado, se ha incrementado el papel de la mujer en el mundo musulmán, que sólo se integró en el mundo laboral tras el final de la II Guerra Mundial, tuviesen o no formación y llevasen o no velo. A partir de entonces, la mayoría de los países árabes cuenta con un proletario femenino y una élite con título académico que se han convertido en verdaderas impulsoras de la dinámica económica y cultural.

En Marruecos, por ejemplo, el proletariado femenino ocupa un puesto clave en las industrias de exportación, como la textil, donde un alto porcentaje de la mano de obra es femenina, o las industrias alimenticias. En la mayoría de los países árabes, las mujeres han llegado a constituir un tercio de los profesores de universidad y casi un tercio de los miembros de la función pública.

Sin embargo, esta situación ha empeorado en muchos Estados. Bramon afirma que siempre que un Gobierno aplique la sharia para legislar, en lugar de las normas civiles, está atentando contra los derechos de las mujeres. Y es que en contra de lo que se piensa, la sharia no es la estricta aplicación del Corán, sino el Corán tergiversado. "El Corán es obra de Dios, y la sharia, obra de los hombres", afirma la experta.

La sharia podría definirse como el conjunto de normas y costumbres de determinados territorios que en muchas ocasiones contradicen el Corán. Muestra de ello es que en ningún versículo del libro sagrado del islam se menciona la lapidación de las mujeres. "Si la lapidación no es palabra de Dios, los gobernantes no deberían inventárselo", señala Bramon.

Además, si el Corán reconociera la lapidación como un castigo para las mujeres todos los países islámicos la llevarían a cabo, y en la actualidad sólo permanece vigente en Irán, Afganistán, Sudán y Arabia Saudí.

Son pocos los Estados que aplican la sharia porque la mayoría de los países musulmanes configuran sociedades basadas en leyes civiles y consideran el islam como religión y norma moral.

Sin embargo, sí es una realidad que cada vez más Estados están aplicando la sharia como corpus jurídico. Por ejemplo, Somalia, que hasta el momento no había sido un régimen muy radical, la estrenó casi a principios de este año "lapidando hasta la muerte a una niña de 13 años que había sido violada", explica Bramon.

Los gobernantes son los culpables de crear un estereotipo de mujer musulmana sumisa y opaca, en lugar de potenciar su entrada en el mundo global. No es complicado recoger historias de mujeres maltratadas por mandatos de las clases dirigentes, con castigos aberrantes que en ninguna parte del Corán se contemplan.

Como justificación, las élites de poder dicen que la falta de derechos de la mujer se hace para proger la memoria musulmana. Este fue el caso, por ejemplo de la alianza establecida por Nawaz Sharif y el ex ministro Zia Ul Haq, para impedir la nominación de Benazir Bhutto, argumentando que una mujer no puede ser jefe del Estado en una nación musulmana ya que es una traición a la memoria musulmana.

Habría que definir qué es el difuso término. Una memoria musulmana es una vasta acumulación de siglos de experiencias de culturas diversas, de luchas entre gobernantes y gobernados, de movimientos de reivindicación populares más o menos sofocados y de respuestas despóticas con mayor o menor éxito.

Por eso, tomar la historia musulmana como referencia es necesariamente seleccionar y privilegiar y escoger las imágenes, los modelos, los clichés y esquemas que arrastra tras de sí la historia de un gran pueblo, que no imponen verdaderamente ninguna visión precisa. En ella se nutre cada generación de todo aquello que necesita fabricar para su "identidad cultural", según los problemas apremiantes que está afrontando. Así pues la memoria musulmana es un hecho, una opción como cualquier otra. La prueba es que esta memoria varía según las clases sociales.

El islam oficial de los ulemas de las grandes ciudades difiere del islam de las aldeas. La memoria musulmana es, de hecho, una opción como cualquier otra. Varía tanto con las clases que el islam popular de las sectas es rechazado y condenado como herético por el islam de los burgueses y la gente de ciudad.

De modo que ya que la memoria musulmana es una opción ¿por qué se elige una memoria en la que la mujer no tiene derecho a la igualdad?

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