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La crisis de Bahrein abre una brecha entre Estados Unidos y Arabia Saudí

  • Las fuerzas de seguridad disparan contra opositores que ignoraron la prohibición de manifestarse y detiene a seis líderes del ala radical en Manama · La ONU denuncia el asalto policial a hospitales y centros médicos

Las fuerzas bahreiníes dispararon ayer contra un grupo de chiíes que ignoraron la prohibición de manifestarse mientras seis líderes del ala radical de la oposición fueron detenidos, un día después de la sangrienta represión de las protestas en Manama.

La ONU denunció ayer el asalto, por la Policía de Bahrein, de hospitales y centros médicos, en "violación flagrante" de la legislación internacional, al igual que Amnistía Internacional, que acusó a las fuerzas de seguridad de utilizar "fuego real y fuerza extrema" durante la represión.

La situación era tensa en Manama y en las localidades chiíes cercanas a la capital. La circulación estaba perturbada por un despliegue masivo de fuerzas del orden.

Un centenar de personas trataron de manifestarse en el poblado de Deih, al oeste de Manama, pero la Policía disparó con escopetas y lanzó granadas lacrimógenas contra los manifestantes.

Las autoridades anunciaron el miércoles que las reuniones, marchas y sentadas estaban prohibidas en todo el país, un día después que las fuerzas de seguridad arremetieron contra los manifestantes chiíes que efectuaban una sentada en la Plaza de la Perla en Manama, en la que murieron cinco personas.

Ayer, bancos y numerosos comercios permanecieron cerrados en Manama, así como las escuelas, hasta nueva orden, mientras las tropas seguían apostadas en el distrito financiero, donde se sitúan las oficinas de la mayoría de la compañías internacionales. El toque de queda en el centro de Manama fue reducido y rige entre las 20:00 y las 04:00.

Por otro lado, las personas detenidas son cinco figuras radicales chiíes, algunas de las cuales instaron a derrocar la monarquía, y un opositor de izquierda suní. Los seis opositores estaban "en contacto con estados extranjeros" e instaron "a la caída del régimen", según un comunicado oficial que indicó que se tomarían "medidas judiciales" en su contra.

La represión de los manifestantes que acampaban en la plaza de la Perla desde el 19 de febrero se ordenó tras la llegada a ese pequeño reino del Golfo de mayoría chií de refuerzos armados de sus vecinos saudíes y emiratíes para ayudar a la dinastía suní de los Al Jalifa.

No obstante, esta intervención saudí revela la existencia de una brecha diplomática entre EEUU y su gran aliado árabe, una fractura que no hace más que crecer desde el comienzo de las protestas en la región. Riad no advirtió a EEUU del envío de más de 1.000 soldados al pequeño reino de Bahrein.

Ante la violenta represión llevada a cabo por la dinastía suní, la Casa Blanca anunció que el presidente Barack Obama había manifestado su "profunda preocupación" a los reyes Abdalá de Arabia Saudí y Hamad de Bahrein, en conversaciones telefónicas.

Un portavoz del Pentágono indicó el martes que EEUU no había sido informado de los proyectos saudíes, pese a que el secretario de Defensa Robert Gates visitó Manama la semana pasada.

Por otro lado, responsables estadounidenses informaron que Washington estaba al tanto pero que no había sido "consultado" sobre la operación llevada a cabo por Riad junto a las monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

Según los analistas, este camuflaje revela la acidez de los dirigentes saudíes frente al apoyo brindado por EEUU a la democratización de los países árabes.

"Es evidente que EEUU y Arabia Saudí no están en la misma longitud de onda", estima Simon Henderson, del Instituto de Washington para la Política en Oriente Próximo.

Para David Ottaway, del Woodrow Wilson International Center for Scholars, los saudíes "están furiosos por nuestras llamadas a la democracia en el mundo árabe. Nuestras relaciones permanecerán tensas durante los próximos meses y quizás también luego".

Riad se tomó mal que EEUU dejara caer al presidente egipcio Hosni Mubarak, un importante aliado de los norteamericanos, al igual que los dirigentes saudíes.

En esta situación, Washington intenta calmar el juego: Bahrein, situado estratégicamente en el Golfo, aloja a la V flotilla estadounidense, mientras la mayoría de la población, chií, mira hacia Irán.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, juzgó el miércoles en una entrevista al canal CBS que los países del Golfo van por "mal camino" con el envío de fuerzas armadas a Bahrein para ayudar a contener la revuelta en ese reino. Aunque la víspera había estimado que el pequeño archipiélago tenía derecho a pedir ayuda al CCG.

Obama apoya las aspiraciones democráticas de los pueblos árabes, pero descartó cualquier intervención en las protestas con tal de que las dictaduras de la región no tilden a sus opositores de marionetas de EEUU. Esta situación supera a los líderes árabes, que denuncian la injerencia de la Administración Obama, acusada de idealista y traidora.

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