Jairo García Jaramillo. Crítico literario

"Javier Egea ya tiene la inmortalidad"

  • El escritor presenta una revisión del estudio publicado en 2005 sobre el autor de 'Troppo mare' · Dice que las nuevas leyes de mercado hacen que su poesía sea cada vez más necesaria.

Jairo García Jaramillo no tiene anécdotas que contar de Javier Egea. Tampoco puede revivir noches de alcohol y poesía junto al autor de Paseo de los tristes. Conoció su obra al poco de morir pero fue el primero en escribir una edición crítica sobre su obra. Ayer presentó en el Palacio de los Condes de Gabia La poesía de Javier Egea, una reedición del libro de 2005 "prácticamente reescrito" con todos los textos y trabajos nuevos que han ido apareciendo estos años.

-¿Ha habido en los últimos años un 'boom' en cuanto a trabajos críticos sobre el poeta tras publicar usted 'Javier Egea, en busca de una poesía materialista' en 2005?

-Sí, han salido cosas muy interesantes y su bibliografía ha crecido bastante. En el momento en el que publiqué el primer libro su muerte estaba muy reciente y ahora da la sensación de que se le va haciendo más justicia, supongo que mi trabajo de 2005 contribuyó en algo. El nuevo libro está muy ampliado y actualizado en cuando a bibliografía y también en cuanto al estudio de su poesía porque han salido textos y documentos nuevos. El libro está prácticamente reescrito.

-No deja de llamar la atención que el primer estudio de Egea tras su muerte lo firmase alguien que no lo había conocido en persona pese a los numerosos amigos literatos que tuvo...

-No se había escrito nada que analizase su obra en conjunto. En las Obras completas que han salido hace poco, el editor Miguel Rico decía que no se explicaba muy bien qué había pasado. Yo sé que los reconocimientos en la literatura van lentos. Él tenía muchas amistades pero las cosas van y vienen, a Góngora le reconocieron 300 años después.

-¿Quizás ahora con la crisis su figura emerge de nuevo?

-Hederling decía: "¿Para qué poetas en tiempos de miseria?". En tiempos de miseria es quizás cuando más falta hacen. Con la miseria de ahora, no sólo económica sino también moral, las leyes del mercado van a hacer necesarias voces más discordantes. Javier Egea ya tiene la inmortalidad ganada y poco a poco va recuperando su espacio.

-¿Era meticuloso pese a su imagen de hombre disperso a la hora de conservar su obra?

-Yo creo que publicó poco pero conservó una copia de casi todo lo que hizo, a veces varias versiones de un mismo texto. Era muy perfeccionista, eso lo hemos visto en manuscritos con 16 o 20 versiones de un mismo poema. Estoy preparando el tomo segundo de las Obras completas de Bartleby con poemas inéditos y sueltos que hemos encontrado en su archivo personal y manuscritos de amigos. Tengo la sensación de que era muy perfeccionista y lo guardaba todo porque a veces volvía sobre su obra. Guardaba todo en carpetas, a veces sucias y abandonadas, pero que con su muerte han ido apareciendo. El dio poco suelto, a lo mejor unos cincuenta poemas, que no es mucho en 20 años teniendo en cuenta que los escritores regalan muchos textos a revistas y amigos.

-¿Cómo fue su flechazo personal con Javier Egea?

-Entré en la facultad el año en que murió. No lo conocía, soy de una generación que no le conoció personalmente y en la facultad sonaba su muerte. Un grupo de amigos con inquietudes me pasó un libro de Egea porque, aunque su estrella llevaba apagada unos años, su muerte hizo que los jóvenes nos interesásemos por él. Fue deslumbrante y decidí que tenía que escribir y darle un poco de justicia. Este trabajo no puede entenderse sin el magisterio de Juan Carlos Rodríguez, de quien nace la línea de investigación que yo sigo. Creo que soy como su bisnieto en estas cosas.

¿Cómo funcionaban como grupo Egea, Álvaro Salvador y Luis García Montero?

-Veo un respeto mutuo y que hacer un grupo les sirvió para promocionarse y tener fuerza en un panorama poético que estaba dominado por los novísimos y por la poesía social. Entre la estética y la ideología trazaron una línea y se unieron para tener más fuerza. He visto en la prensa muchísimos recitales con Egea y García Montero. Luego es verdad que se separaron sus vidas pero no tanto la amistad, pese a todo lo que se ha dicho. Tengo la sensación de que esa amistad no llegó a romperse del todo.

-¿Qué libro le enganchó?

-Troppo mare . Desde los primeros versos se ve una fuerza poética brutal. Hubo un tiempo en que lo llevaba encima y lo leía a menudo. Ahora, con los miles de papeles que he estudiado, me han sorprendido sus romances, que quedaron muy dispersos pero que son muy interesantes. También los poemas que descartó de Paseo de los tristes, que es curioso porque algunos están al mismo nivel de los que se publicaron. También hay poemas de juventud sorprendentes.

-Es su segundo libro sobre Egea y lleva años preparando otro sobre Pablo del Águila. ¿No le interesan los nuevos poetas?

-Hay gente en Granada que escribe muy bien. Me interesa mucho Rubén Martín, que escribe lento y paso a paso pero que me interesa mucho. También Luis Melgarejo, es un talento asombroso aunque no suene ahora mucho. Va poco a poco, de hecho no sé si ha dejado la poesía por la escalada...

-¿Y para cuando el libro sobre Pablo del Águila?

-Llevo ya tiempo escribiendo y supongo que en un par de años estará listo. Es más difícil que Javier Egea porque hay menos y lo que hay está bien editado aunque esté agotado. Analizarlo es más difícil, es un poeta más antiguo, hay poca biografía y ahí estamos investigando...

-Se habla de su bufanda roja por los pasillos de la Facultad de Letras en los sesenta.

-Sí, iba con su bufanda roja y libros de Neruda en una época en la que estaban prohibidos. He descubierto un artículo de Félix Grande dedicado a Pablo del Águila, parece que fueron amigos. Hay polémicas sobre su muerte, parece que fue un accidente y no un suicidio... Pero insisto en que lo interesante es la obra, no lo personal.

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