Cualquier cosa es susceptible de convertirse en un instrumento musical. O si no, que se lo pregunten a aquellos viejos herreros que, en la fragua, hacían acompañar sus cantes por el ritmo de un yunque. O esos africanos llenos de una imaginación desbordante que, con un palo y una cuerda, hacen una música deliciosa.

Ése es el mismo principio que sha aplicado la OCG para uno de sus conciertos didácticos que ayer deslumbraron a miles de niños: es espectáculo Córporel, en el que dos percusionistas y un equilibrista extraían sonidos de escobas, bidones de basura, contenedores de plástico, andamios o el propio cuerpo humano. Los más de 16.000 alumnos que han pasado por el Auditorio Manuel de Falla en estos últimos días quedaron absolutamente extasiados. Descubrieron que cualquier cosa puede ser música si se usa la imaginación o la inteligencia necesaria.

Detrás de ese proyecto están el grupo Mintaka Percusión, integrado por dos miembros de la OCG, Jaume Esteve y Noelia Arco, Carlos López y Antonio Vargas, de la Compañía Zen del Sur y los bailarines Alba Mata, Juan Pérez y Elisa Torres. Todos hicieron las delicias del público.

Ritmos africanos, rock, funk, break dance, hip hop. Sonidos que no son en absoluto ajenos a los niños de hoy, desfilaron por el escenario del auditorio. Partiendo del cuerpo humano, se presentaron, además, toda una batería de instrumentos alternativos con los que se puede hacer cualquier tipo de música. Todo resultaba terriblemente atractivo y terriblemente fascinante para los chavales que han ido asistiendo desde el pasado miércoles a los conciertos didácticos de la OCG. El espectáculo era verdaderamente digno de contemplar.

La actuación podrá verse de nuevo, esta vez como Concierto Familiar, el próximo 20 de mayo a las 12.00 horas. Será una buena oportunidad para que los padres y los hijos descubran el ingenio que habita en el músico y en la necesidad de utilizar lo que esté más a mano para crear arte.