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María La Canastera: 100 años de la bailora de las estrellas de Hollywood

  • La artista granadina consiguió hacer de su zambra una escuela de artistas y un lugar por el que pasaron actores como Anthony Quinn, Alain Delon, Henry Fonda o Ingrid Bergman

Hubo un tiempo mítico en el que los grandes astros de Hollywood bajaron del firmamento para tomarse unas copas en el Sacromonte y apurar las madrugadas hasta la última gota. Y María La Canastera era la perfecta anfitriona, capaz de hacer que Anthony Quinn se encasquetara un sombrero cordobés para beberse una botella de vino en compañía de Ingrid Bergman. Hoy se cumple el centenario de su nacimiento y su hijo, Enrique El Canastero, mantiene vivo su aliento en una zambra que tiene más de 50 años de historia. Los Duques de Windsor, Ernest Hermingway, Claudia Cardinale, Henry Fonda, Alain Delon, Ornella Mutti, Telly Sabalas , Joseph Cotten o Yul Brynner, fueron algunos de los actores que se acercaron a la cueva de La Canastera atraídos por un exotismo que encerraba muchas calamidades.

La primera salida que realizó como bailaora fue con 16 años a la Exposición Universal de Barcelona con la zambra de Manolo Amaya, donde actuó junto a Carmen Amaya para el Rey Alfonso XIII. Compartió cartel con La Niña de los Peines, Angelillo, Pepe Marchena y Pepe Pinto, entre otros. Grabó 19 discos de gran éxito en su época y actuó en televisión en numerosas ocasiones.

Considerada una de las artistas más representativas del flamenco granadino tenía una personalidad arrolladora, de una gran "humanidad". "Era una persona con un gran sentido del humor que dio de comer a mucha gente en la zambra, de donde salieron artistas como los Habichuela, Paco Cortés, El Polaco, La Coneja, Morente...", explica el Canastero. Como artista, su hijo destaca su espontaneidad. "A veces no se acordaba de una letra, improvisaba y hasta la mejoraba".

Es la única gitana que por votación popular está considerada una de las 100 personas más importantes de Granada del siglo XX y, desde 2010, tiene una poderosa estatua en el bulevar de la Avenida de la Constitución, algo inimaginable cuando nació el 27 de febrero en una humilde familia.

En su cueva, El Canastero mantiene los cantes y los bailes que hacía su madre, se baila en el suelo y no hay focos de colores. Si se miran las fotos antiguas que pueblan las paredes como una enredadera, cambian los trajes y las caras pero el escenario es el mismo. Por eso es fácil imaginar el revuelo entre los artistas cuando Hemingway o Henry Fonda entraban en la zambra dispuestos a meterse de lleno en la continua del Sacromonte. "Era una cosa natural, en cuanto entraba un famoso organizábamos un cuadro flamenco al momento fuera la hora que fuese", explica.

El compositor Agustín Lara entró en una ocasión a las tres de la tarde y no salió hasta las doce de la noche. Se despidió y, al llegar al Alhambra Palace, le entró una repentina nostalgia y volvió a la zambra de María La Canastera preguntando por las gitanas para continuar la fiesta. Y La Canastera, perfecta anfitriona, las reclutó de nuevo para prolongar el cante y el baile junto al compositor hasta la mañana siguiente. "Acabamos en el café Fútbol", explica El Canastero retrocediendo décadas en el tiempo aunque el café de la Plaza de la Mariana sigue siendo el destino último de los trasnoches granadinos. "Es una cueva con historia que hay que conservar", concluye.

María La Canastera falleció el 30 de octubre de 1966, con apenas 52 años. Desde entonces, la cueva sigue abierta "tal y como la dejó" aunque permanece, pasado el tiempo, el hueco de su inconfundible presencia.

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