fernando valverde. poeta

"La indiferencia nos hace cómplices de la crueldad"

  • El autor granadino presenta su último poemario, 'La insistencia del daño' (Visor), plagado de crudas imágenes con la idea común de que es la pérdida lo que más hiere

-'La insistencia del daño' comienza con el poema 'Babel', una especie de hecatombe que se extiende de alguna manera por el resto de páginas. Si no fuera porque es ateo se diría que ha tratado de escribir el Apocalipsis según Valverde...

-Es un poema que habla de la manera en que la desgracia planea por el mundo, de sus diferentes formas, desde su aparente complejidad a la sencillez de un gesto cualquiera. Eso provoca una sensación apocalíptica, si bien dentro del caos se producen pequeños milagros, casi imperceptibles porque estamos demasiado ocupados en mirar hacia otros lados. No es el poema de un ateo, desde luego no es el poema de alguien que cree que las cosas son producto sólo y exclusivamente del azar.

-Con poco más de 30 años firma un libro en el que la muerte planea como una gaviota. ¿De dónde nace todo el dolor que se concentra en las páginas?

-De la realidad. La muerte y la enfermedad son algo que está ahí, que marca nuestro comportamiento y cada una de nuestras decisiones. No creo que la edad sea completamente decisiva para poder sentir la cercanía de la muerte. Es más, tal vez la cercanía de la muerte a una edad temprana la muestra como algo más trágico. Uno de los primeros personajes del libro es un fantasma, Anna Bronte, una joven que muere en Scarborough junto al Mar del Norte, donde ha acudido con la esperanza de curarse de una tuberculosis. Su destino es más trágico que el de la anciana que se va convirtiendo en sombra.

-Hay libros escritos desde la perplejidad, otros desde la esperanza, otros de la instrospección... ¿'La insistencia del daño tiene más que ver con la rabia? ¿Pretende zarandear al lector?

-Es muy directo. En primer lugar es un libro que busca la profundidad desde la sencillez. Y para ello habla de las cosas de una forma cruda. He tratado de mirar lo que me rodea evitando esa cómoda indiferencia en la que nos hemos instalado, que nos hace cómplices de la crueldad y la injusticia. El lector de los poemas se verá obligado a mirarlos desde esa perspectiva para poder hacerlos suyos. Soy consciente de que es una propuesta arriesgada, pero no me apetecía escribir poemas instalados en la comodidad.

-"Fue la felicidad quien sembró este dolor" escribe en el poema 'Celia'. ¿Las parejas felices que caminan de la mano son un proyecto de desastre?

-Es la pérdida lo que hiere. Y el recuerdo de las cosas perdidas es una forma de daño que siempre nos acompaña. Los recuerdos son el daño más insistente, porque nos hablan de nosotros mismos y nos muestran el camino hacia las cosas que amamos. Y ese camino hacia la felicidad es imposible hacerlo de nuevo, no es posible perseguir un rastro sobre nuestras propias huellas. Sólo queda avanzar en busca de un futuro.

-Este poema, dedicado a una recién nacida, es el único rayo de esperanza. ¿La infancia como paraíso perdido es una prueba del fracaso del adulto?

-Le escribí un poema a Celia, una recién nacida, sin ambición literaria alguna. Es un poema sencillo, que habla de la vida y de la infancia, de los sueños perdidos. No pretendí escribir un poema lleno de consejos ni de sabiduría, es más bien un inventario de mis dudas que de mis certezas. Me ha conmovido que tantas personas se hayan identificado con él. Tengo centenares de mails, de mensajes, de cartas de personas que han sentido la necesidad de escribirme después de leerlo. Precisamente, como dices, a la gente le da esperanza, y eso es algo que realmente vale la pena. Tal vez nunca vuelva a escribir nada que conecte tan importante, pero me siento muy feliz de haberlo hecho al menos una vez.

-El capítulo 'La tristeza en los mapas' es como un cuaderno de viajes. En 'San Salvador' escribe: "Hoy sé que la esperanza, es el miedo con los ojos vendados". ¿La esperanza es la hermana pobre de la valentía?

-Me acuerdo ahora de Ángel González, que escribió que hay que ser muy valiente para vivir con miedo. Sin esperanza no hay camino posible ni para los valientes. En todo caso, es una hermana mayor de la valentía.

-"No hay nostalgia más grande que aquella del futuro" acota aún más esa frase de "añorar lo que nunca jamás sucedió"...

-Uno busca su lugar entre los recuerdos y los deseos frustrados. Ahí se va acotando nuestro mundo y en lugar de ensancharse se va estrechando. La nostalgia por el pasado perdido es un daño que asociamos con el presente, pero sin embargo se trata de una nostalgia que ocurre en el futuro, en el territorio de lo irrepetible, de lo que no va a suceder.

-En una ocasión, Baudelaire se encontró con un amigo que le dijo que era feliz. El autor de 'Las flores del mal' le respondió: "Como ha podido usted caer tan bajo". ¿Su libro tiene algo de las flores de Baudalaire en cuanto a la desolación y la destrucción?

-Entiendo que detrás de la afirmación de Baudelaire hay una reflexión de gran profundidad. Sólo desde la más absoluta inocencia puede alcanzarse una felicidad plena. Por eso se asocia a la niñez, porque no hay consciencia aún del destino de los hombres. Después la felicidad siempre se ve enturbiada por el miedo a la pérdida, a la desolación, a la destrucción. Creo que La insistencia del daño es un libro cercano al romanticismo, y ahí sí que ha bebido mucho de Baudelaire, de Keats o de Verlaine.

-Nathalie Handal dice que su libro habla de "la persistencia de la mancha humana". ¿Cuál es el pecado original de los hombres?

-No creo que exista un pecado original. Creo que Nathalie Handal se refiere a que existen sentimientos universales que recorren el tiempo y el espacio, las épocas y las culturas, porque pertenecen al hombre en su sentido más puro. Eso persiste por encima de la historia, de las religiones, de los territorios, de todo aquello que nos separa o distingue. La herida que comparten los hombres es tan grande que convierte en insignificante cualquier diferencia.

-Dedica uno de los capítulos a Benjamín Prado, con quien comparte amigos, afición por el fútbol y salir escaldado de un medio de comunicación. ¿El ERE es uno de los jinetes del Apocalipsis del siglo XXI?

-El ERE es un instrumento para hacer pagar a los trabajadores los excesos de los poderosos. El Gobierno ha puesto los instrumentos necesarios para que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. Los ricos de izquierdas no dudan en emplear esos instrumentos, en aprovecharse de ellos. Ese cinismo me parece más repugnante que el hecho de firmar una ley injusta. Hay que ser muy estúpido para trazar sobre la realidad una línea que parta el mundo en dos mitades, a un lado los hombres de izquierdas y a otro los de derechas. De esa estupidez se aprovechan los partidos políticos y los medios de comunicación cada día.

-¿El poeta siempre está en crisis independientemente de lo que diga la prima de riesgo?

-El poeta está en crisis económica, pero no todo en la vida es la economía. El poeta tiene a la poesía y eso es una suerte. Los creyentes tienen la fe que les consuela, que les ayuda en sus peores momentos. Los poetas tienen a la poesía y eso es una gran riqueza.

-¿La verdadera felicidad es un gol de Ighalo en el descuento?

-Hay cosas de la infancia que atraviesan el tiempo y nos acompañan siempre. De mi abuelo me queda un recuerdo imborrable y el fútbol, que siempre compartimos. El sueño de mi infancia era ver al Granada subir a Segunda División. Mi abuelo murió antes de que ocurriera. Cuando ascendimos en Alcorcón, primero me invadió una euforia desmedida. Corrí por el campo y caí rendido en la hierba. Entonces sentí la tristeza de que mi abuelo no estuviera allí. Ya nunca será plena la felicidad de los goles de Ighalo sin mi abuelo. Pero hay que disfrutarla porque vivir consiste en eso.

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