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El tiempo en modo pausa

Tord Gustavsen Quartet con Simin Tander. Festival de Jazz en la Costa: JosTord Gustavsen Quartet con Simin Tander. Fecha: martes 22 de julio. Lugar: Parque del Majuelo, Almuñécar. Aforo: 700 personas.

Si alguno pensaba que con la actuación de Dhafer Youssef se había superado la noche más plácida y sosegada de la actual edición de Jazz en la Costa, es que no había contado con la que iban a ofrecer Tord Gustavsen y su cuarteto junto a la cantante invitada Simin Tander. Hubo una parte del público que se lo veía venir y el Parque del Majuelo presentó la entrada más pobre de la semana. Los que sí acudieron pudieron disfrutar de su música contenida, delicada y susurrante que conseguía ralentizar el tiempo, hasta casi ponerlo en modo pausa. Las intervenciones de la cantante germano-afghana apenas pasaron del murmullo e incluso las pausas que el pianista se tomó para presentar los temas de su repertorio las hizo en tono de susurro, apenas perceptible. El noruego dejó constancia del valor que se da al silencio en los países del norte. Escogiendo piezas no solo de Extended Circle, su álbum más reciente, como Right There o la tradicional Eg Veit I Himmerik Ei Borg, sino también del anterior, The Well, del que interpretó la Suite y Playing, y de otros más antiguos (Token of Tango de The Ground por ejemplo), Gustavsen fue creando un universo musical de tierno lirismo, de estética minimalista y densos pasajes llenos de matices apenas insinuados en los que la sensualidad habitual de sus composiciones se enriquece con la gélida belleza de la tradición escandinava. A su rueda, inmersos en ese tempo ralentizado en el que se sumerge el pianista noruego, y absolutamente compenetrados con ese mundo paralelo en el que desarrolla su propuesta musical, el sutil batería Jarle Vespestad, inseparable en todos los proyectos de Gustavsen, el contrabajista Mats Eilertsen y el saxofonista Tore Brunborg se adaptaban al tono fúnebre que imponía el líder. Brunborg es heredero de las innovaciones de Jan Garbarek, y músico que ha liderado múltiples formaciones con los más relevantes instrumentistas noruegos, pero junto a Gustavsen su toque alcanza otra dimensión aún más inquietante que se intuye bajo la aparente calma del conjunto, una de las características más notables de la personal y meditativa propuesta del pianista de Oslo, un juego de tensiones casi oculto bajo ese manto de murmullos superpuestos. En ese subsuelo ocurren cosas tras las que se detectan las influencias de Jarrett o del mencionado Garbarek, del folk noruego o incluso de la música romántica y de la música religiosa. No en vano Gustavsen ha hecho gira con el Trio Mediaeval, un coro femenino de música antigua para el que compuso piezas basadas en poemas sufíes, y en su anterior álbum, The Well incluyó otras escritas para el Festival de Música Sacra de Oslo. Todo ese bagaje, el espacio entre líneas, las cadencias reposadas y una concepción del tiempo que requiere una adaptación previa y deliberada por parte del oyente, convirtieron la del martes en la noche más espiritual del Festival.

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