monica melcova. organista

"En Granada tenemos suerte y la gente no cabe en las iglesias"

-Usted lleva tiempo explotando el patrimonio organístico de Granada, ¿tenemos realmente un tesoro?

-Sin duda. Los órganos de Granada son excepcionales. Hay mucho que ver y mucho que decir sobre ellos. Además tienen la suerte de estar muy bien restaurados. Para mí, el órgano del Convento de Zafra, por ejemplo, es de los más bonitos de toda España. El órgano romántico del Perpetuo Socorro es también fantástico.

-A usted le toca en esta ocasión el de San Pedro y San Pablo, ¿qué puede contar acerca del mismo?

-Es un órgano ibérico muy bien restaurado en el que antes no había tenido la posibilidad de tocar. Es muy histórico, y tocar en él es un placer, y más hacerlo tan bien acompañada.

-En efecto, junto a usted estará el contratenor vasco Carlos Mena. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

-Ha sido estupendo. Mucha gente viene desde Sevilla o Jaén solo a verlo porque es muy carismático y tiene una gran personalidad. La voz funciona muy bien en conjunto con el órgano, algo que se ha hecho muchas veces, pero no con Carlos.

-¿Qué van a hacer?

-Habrá un poco de todo, pero especialmente mucha música italiana del siglo XVII, algo en lo que Carlos es un experto. Además, improvisaré sobre algunos temas para mostrar todos los colores que puede llegar a tener el órgano, algo que va a sorprender, ya que hay registros que no son habituales, pero que están llenos de magia y color, como el cornetto.

-¿Son los organistas todavía unos grandes desconocidos para el público general?

- Generalmente sí. Aquí en Granada tenemos mucha suerte y la gente no cabe en las iglesias, pero esto no es así en todos los sitios. El público de Granada rara vez falla, y esto es algo que a todos los del gremio nos parece muy positivo.

-Tienen mucho de lo que poder disfrutar, por lo que se ve.

-En efecto. No sólo se trata de escuchar música compuesta para órgano. También está el hecho de que en Granada las iglesias son lugares preciosos y llenos de encanto. Acudir a un concierto de la Academia supone meditar una hora con el arte presente en ojos y oídos, disfrutando de un entorno excepcional en el que los organistas intentamos hacer disfrutar.

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