Pepe Viyuela. Actor

"Es preferible utilizar el humor en vez de la amargura"

  • El intérprete regresa este fin de semana al Teatro Isabel la Católica con una obra de Edgar Neville, 'El Baile', que trata del paso del tiempo.

Pepe Viyuela regresa a Granada este fin de semana, al Teatro Isabel la Católica, con El Baile, una obra de Edgar Neville que ha sido adaptada por Bernardo Sánchez Salas. "Tan sólo se ha adelantado un poco la fecha de inicio de la historia, de 1900 a 1952 -que fue la fecha en la que se estrenó- para terminar en nuestros días", cuenta el actor sobre este texto dramático que trata el tema del paso del tiempo y que Viyuela considera una de "las comedias más importantes del siglo XX".

-Con una comedia de un autor como Edgar Neville, ¿se corre el riesgo de que sea considerada una obra menor?

-En los textos de Neville todo está medido y no hay ninguna procacidad. No hay nada que tenga que ver con ese humor grueso al que a lo mejor hoy en día nos tienen acostumbrados las comedias en el cine y en la televisión. Hay un gran error cuando se considera que la comedia es un género más ligero. Se puede hacer crítica social y ahondar en el pensamiento y en los problemas que sacuden a los seres humanos de una forma tan afilada como se puede hacer desde la tragedia. Las comedias de Jardiel Poncela o Neville sí es cierto que se caracterizan por un humor muy blanco. No hay que perder de vista la época en la que se desarrollaron y las connotaciones ideológicas de los autores, porque eran de derechas y estaban en la dictadura, pero eso no les quita profundidad e ingenio.

-¿Eso ocurrió con todos esos autores se englobaron en lo que se denominó La otra Generación del 27?

-Lo que ocurre es que esa Guerra Civil que partió al país en dos también lo hizo con la literatura, con el humor y también los autores que estaban separados a un lado y otro. Si eso no hubiese ocurrido estaríamos hablando de una generación de autores que se embolsarían todos en el mismo sitio. Y Neville, con películas como La torre de los siete jorobados, El último caballo, Domingo de Carnaval, Nada... es un cineasta importantísimo, más que dramaturgo, pero tiene esta función que merece la pena ver.

-Lo que mucha gente no sabe es que otra de las formas que elige para expresarse es a través de la poesía. ¿A qué poetas o escritores actuales sigue usted?

-Contemporáneos me gustan mucho José Hierro, al que le tengo una devoción absoluta, Claudio Rodríguez o Clara Janés. El problema de citar a algunos es dejar otros en el tintero, como me dejaba a Benjamín Prado, Montero o Felipe Benítez Reyes, entre otros muchos. La poesía no deja de ser un espacio magnífico para expresarse pero es verdad que no deja de ser un género menor y vivir de ello es muy difícil.

-Su faceta de poeta y la de político son quizás las más desconocidas para el gran público, porque usted concurrió a las elecciones municipales de San Sebastián de los Reyes en el partido local de Izquierda Independiente.

-(Risas). Yo no diría que soy político, no son actividades preponderantes en mi día a día. Yo me dedico a actuar y la poesía no la utilizo para vivir porque sería muy difícil. Escribo como pintaría si supiera pintar. Y el tema de la política me parece un deber inexcusable. Creo que todos tenemos ideología y no hay que tener miedo a expresarla porque una democracia no se consolida sin plena libertad, no porque nos vayan a meter en la cárcel, sino porque puede tener repercusiones laborales.

-¿Eso lo comparte con Chema?

-Sí, sí, eso lo comparto con él (risas).

-Pero los actores son precisamente de las profesiones que más se significan.

-Sí. Por ejemplo, Darío Fo, del que leía una entrevista este fin de semana, siempre ha estado en el sitio en el debía estar sin esconderse de nadie, para mi es un auténtico referente. Se manifiesta sin ningún pudor porque tiene derecho y porque es muy sano. Lo importante es poder decir lo que se quiere decir pero también decirlo.

-El baile trata del paso del tiempo. ¿Cómo ha evolucionado desde que empezó usted como cómico en el 1, 2, 3?

-No sé si uno va creciendo pero sí va aumentado su experiencia y eso te hace tener los pies en la tierra, distinguir lo que es verdaderamente importante dentro de tu trabajo a la hora de subirte a un escenario. Desde el punto de vista del payaso yo creo que ahora tengo más profundidad y una mayor maestría. Es como cualquier otro oficio, empiezas como aprendiz y luego con menos trabajo consigues algo que antes te costaba mucho. Y en un aspecto más físico, creo que todavía estoy bien.

-Woody Allen definía el drama como comedia + tiempo. ¿Con los años el payaso se vuelve más triste?

-No puedes negar que el mundo no está para muchas fiestas, que estamos viviendo una época muy complicada en todos los sentidos. Vivimos una crisis que no acaba por mucho que nos digan, no hay más que salir a la calle o mirar tu propia vida. Pero el sentido del humor nunca debe abandonarnos para seguir mirando al futuro con esperanza y darnos cuenta de que siempre podemos reírnos. Es preferible utilizar el sentido del humor antes que la amargura para analizar y mirar al futuro.

-Después de tantos años como actor, ¿hay desengaño en lo profesional?

-Yo creo que esta profesión me ha dado muchas alegrías y los sinsabores tienen más que ver con las labores de gestión que con la profesión artística. Te permite contar historias que te apetece contar y sobre todo viajar a sitios que si llevaras una vida más sedentaria no tendrías tan fácil conocer. Desde luego el balance de esta profesión es muy positivo y espero poder seguir ejerciéndola muchos años porque es lo que más me gusta hacer, subir a un escenario y contar historias.

-Poesía, televisión... pero también en el cine tiene películas que se han convertido en cintas de culto, como El milagro de P. Tinto o Tierra. ¿En qué terreno se encuentras más cómodo?

-Si tengo que elegir me quedaría con el teatro, y dentro del teatro con la comedia, y dentro de la comedia con el payaso. Es la actividad que más alegrías me da y con la que más alegrías doy.

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