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Regreso por la puerta grande

  • La OCG celebró anoche su 'Fiesta de la Zarzuela', congregando a 13.000 personas en la Plaza de Toros

Como dos amigos que se reencuentran tras varios años y se dan un sentido abrazo, después de un lustro la OCG se reunió de nuevo con su ciudad, ofreciéndole el mayor regalo que puede dar: su música, y recibiendo a cambio de la gente de Granada toda la admiración y el cariño que siempre le ha profesado. La Fiesta de la Música, celebrada por todo lo alto en la Plaza de Toros, congregó anoche a 13.000 personas que disfrutaron de la zarzuela, protagonista de la velada.

Entre ritmos de habanera, chotis y valses, el público aplaudió todas y cada una de las piezas que la Orquesta Ciudad de Granada, bajo la dirección de Michael Thomas y con la colaboración del tenor Pablo Martín Reyes, interpretó. Bravos y oles inundaron el ruedo, dentro del cual la orquesta, rodeada de espectaculares luces, bordaba una pieza tras otra como un torero que remata su faena cortando las dos orejas y el rabo. Tras cinco años sin darse el baño de masas más importante de su temporada, la OCG consiguió emocionar y hacer felices con el poder de su música a los habitantes de su querida Granada, que la hizo merecedora de salir entre vítores y palmas por la puerta grande.

El actor Pepe Cantero fue el encargado de presentar a la orquesta, alabando sus virtudes tras atreverse a cantar un fragmento de la Verbena de la paloma. En tono cómico fue introduciendo a lo largo del concierto el programa, pidiendo aplausos a un público totalmente entregado.

Un programa popular y ligero, dedicado enteramente a la música española, animó a que la gente diera lo mejor de sí misma. El carácter animado y español de la música evitó que decayera en cualquier momento la entrega del público, que tarareaba al son de la orquesta melodías tan arraigadas en la cultura popular como Granada, tierra soñada por mi o Amor de hombre (popularizada por Mocedades tras ponerle letra a La Leyenda del beso de Soutullo y Vert).

El peso del repertorio recayó en su mayor parte en la zarzuela sinfónica del género chico, del cual se tocaron los preludios, intermedios y piezas instrumentales más representativos de sainetes y comedias líricas tan conocidas como La Verbena de la Paloma, La Revoltosa, o Agua, Azucarillos y Aguardiente. La música de El Caserío de Guridi trajo a Granada los ritmos de los cantos populares vascos, mientras que la Suite Carmen de Bizet relataba la historia de aquel pobre 'toreador' que se enamoró de una prostituta. La OCG exhalaba como un solo pulmón todo el aire de España y su tradición. Un pulmón bajo las órdenes de Michael Thomas, cerebro y corazón a la vez, que sin batuta y con gestos peculiares (casi espasmódicos) pero efectivos demostraba que pese a ser británico, 25 años en Granada le han hecho asimilar el ritmo y la energía de la música española.

Pablo Martín Reyes, tenor granadino, estuvo también brillante en sus intervenciones. Desde que apareció en escena para cantar la bellísima romanza Bella enamorada encandiló al público, que lo envolvió en aplausos en todas sus actuaciones. Conmovedora fue No puede ser, romanza que relata la triste historia de amor de Leandro en La Tabernera del Puerto, zarzuela de Sorozábal. Sentido y profundamente nostálgico, en Adiós Granada se ganó definitivamente el corazón de todo el público, que no se esperaba que rematase de nuevo la faena con Granada de Agustín Lara, la sorpresa final de la noche, convertida en un himno de la ciudad, sus costumbres y su gente.

La temporada 2014/2015 de la Orquesta Ciudad de Granada quedó de esta forma inaugurada oficialmente de la mejor manera que podía hacerse: rodeada de su ciudad, que agradeció profundamente que continúen después de casi un cuarto de siglo ofreciendo su calidad, su profesionalidad y, sobre todo, su emoción.

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