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Raro entre los raros

Presentado como primera entrega de una colección, Avant-Garde, dedicada al rescate de "obras singulares de poetas vanguardistas y excéntricos", Coral de carne es el único poemario conocido de Aníbal Turena, un autor de biografía borrosa cuyo rastro ha seguido Luis Antonio de Villena -codirector de la colección junto a Juan Bonilla- desde comienzos de los ochenta. Los no demasiados datos de los que disponemos permiten afirmar que Turena tuvo una vida novelesca -de hecho Villena le dedicó una novela, Majestad caída (2012), que ampliaba en forma de quest su anterior Noticia de un desconocido, incluida en Para los dioses turcos (1980)- y rodeada de enigmas, entre los que se cuentan su nacimiento impreciso a finales del XIX o su no explicada desaparición hacia 1950, en la Argentina donde vivía exiliado. "Raro entre los raros", Aníbal Turena tiene todas las trazas de un maldito que lo fue, pese a su pobreza, a la manera refinada de los dandys, unida en su caso -como en el de su amigo Hoyos y Vinent- al uranismo que estos poemas, inéditos hasta ahora, reflejan sin velos ni máscaras.

Precedido de sendos prólogos de Villena y Bonilla, a los que se suma otro de Amelina Correa, colaboradora del primero en calidad de biógrafa de Melchor Almagro San Martín -otro amigo de Turena, como lo serían José Bianco y Silvina Ocampo durante su etapa porteña-, Coral de carne sorprende por el tratamiento directo y desinhibido de la materia homoerótica, un caso excepcional o diríamos único en esos años. Correa detecta en los versos de Turena huellas de la estética simbolista, habituales en los epígonos del modernismo, pero también pasajes que muestran su familiaridad con la poesía surrealista o neogongorina. Tienen aquellos una singularidad extraña, acaso menor pero no exenta de encanto, por ejemplo cuando combinan las referencias a la Antigüedad con alusiones a la vida contemporánea, pues Turena parece haber buscado el amor griego en los "oscuros gimnasios de Buenos Aires". No puede ser más adecuado el Epitafio que cierra la colección: "Yazgo aquí. Cualquiera el sitio. / Si no importa el lugar, tampoco el hombre. / Estoy pero no estoy. Nunca he sido". Si Villena, autor del hallazgo del original perdido, confesara un día que su poeta era una criatura inventada, no se podría decir que no ha dejado pistas.

Aníbal Turena. Renacimiento. Sevilla, 2014. 80 páginas. 15 euros

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