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Prieto Coussent, el Cristo de JFK

  • La Iglesia de Santa María de la Alhambra muestra desde ayer dos obras restauradas del artista que causaron una profunda conmoción en su momento

Benito Prieto Coussent fue un artista de esos que suscitan inquebrantables adhesiones o la repulsa más vehemente. Sus cuadros sobre la crucifixión de Jesucristo son una mirada tremendista y visceral que para unos eran una irreverencia y casi un pasaporte para la excomunión; para Salvador Dalí, en cambio, era "un cheque en blanco" y comparó al artista gallego, que pintó la parte central de su obra en El Padul, con Velázquez y con Zurbarán. La Iglesia de Santa María de la Alhambra mostró ayer al público tras su restauración los lienzos Cristo de Kennedy y ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?, dos obras apocalípticas plagadas de mensajes febriles que entroncan con la tradición mística. De hecho, según explica Luis Ruiz, discípulo de Prieto Coussent y responsable de la restauración, el artista realizó rigurosos estudios sobre modelos vivos y no tan vivos, con los cadáveres que le eran facilitados por el doctor Guirao. Circuló la leyenda de que el propio pintor crucificaba personalmente a los cadáveres que le servían de modelos. "Se fue a la Facultad de Medicina de Granada y pidió un cadáver. Antes había construido su cruz. Cuando le trajeron el cadáver, no dejó que nadie lo crucificase. Y cogió el martillo y los clavos y lo crucificó, y cada martillazo era una lágrima, y cuando hubo terminado, se apartó unos metros y miró a su dios muerto, y rompió a llorar en sollozos agarrado a los pies, que sangraban todavía...", comenta Ruiz sobre la 'lección de anatomía' de Coussent.

El Cristo de Kennedy fue el cuarto de una misma serie y el autor, un perfeccionista enfermizo, lo destrozó. Al morir, Luis Ruiz entró en su taller para catalogar su legado y se encontró con los retos del cuadro diseminados, con lo que emprendió la tarea de reconstruirlo como un puzzle. Como elemento singular y diferenciador de esta versión con respecto a las otras dos versiones anteriores, bajo los pies de Cristo, y caída al pie de la cruz, aparece la efigie del asesinado presidente de los Estados Unidos de América, J. F. Kennedy, que da título a esta versión del Cristo de Benito Prieto. "Lo representa en actitud orante, impreso en las páginas de una revista arrugada que el viento ha vapuleado y llevado hasta ese lugar y tiempo. En su oración, la figura de Kennedy parece dialogar con la de Cristo. La significación de este elemento en el cuadro es el de un peculiar homenaje del pintor al presidente católico asesinado, como figura clave de la sociedad internacional de su momento y de trascendental importancia en el orden político y pacificador del mundo", señala Ruiz.

En cuanto al lienzo ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?, se trata del quinto Cristo de Benito Prieto y la culminación de la serie de las cuatro grandes obras que acometió el pintor desde 1948 a 1964. Presenta dos mundos elocuentes en guerra y en paz, en medio de los cuales surge "omnipotente y a la vez insignificante el hombre". En el cuadro, con una fuerte carga simbólica, se ve e un misil exhibido en la Plaza Roja de Moscú y un cohete en el momento de su lanzamiento en Cabo Cañaveral. "Son el signo claro del y enfrentamiento amenazante de las dos superpotencias: Rusia y Norteamérica".

En el otro extremo del cuadro aparece otra visión añadida con posterioridad, la efigie del Papa Juan XXIII unificando a esos dos bloques-fuerza de la Guerra Fría, representados en este caso por los palacios del Kremlin y la Estatua de la Libertad. Dos lienzos descarnados y radicalmente modernos que ahora están en una iglesia, pero que podrían exhibirse en cualquier centro de arte contemporáneo. Prieto Coussent fue llevado a los tribunales eclesiásticos por su desgarrada visión de Cristo, aunque el cardenal Parrado acabó zanjando cualquier discusión: "Este hombre está iluminado por Dios", dijo.

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