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Unidos por un sueño

  • Ángel Garma, fundador del psicoanálisis en Argentina, trabó una buena amistad con Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes

Se habla de Argentina como un país en el diván en el que, sólo en Buenos Aires, ejercen más de 60.000 psicoterapeutas. Y fue un bilbaíno, Ángel Garma (1904-1993), el fundador del psicoanálisis en el país sudamericano después de estudiar Medicina en la Residencia de Estudiantes de Madrid y ser uno de los discípulos predilectos de Santiago Ramón y Cajal. Su padre se suicidó de dos disparos y su madre se casó con su cuñado, dos razones de peso para explorar en las angustias no resueltas de la psique. Pero en Madrid vivió una época de efervescencia cultural, la movida de los años 20 con la presencia inquieta y subyugante de Federico García Lorca, con quien estableció una gran amistad. Iñaki Markez retrata este encuentro en el libro El bilbaíno Ángel Garma (1904-1993). Fundador del psicoanálisis en Argentina (editado por el banco BBK dentro de su colección Temas vizcaínos). García Lorca era seis años mayor que Garma pero la conexión fue inmediata. Años después recordó al escritor granadino como "un ser encantador, simpático, brillante y algo neurótico que podía ser muy cruel con las personas que le querían", según recoge Markez en la publicación que muestra a un García Lorca jovial, recitando poemas "con su matizada voz" durante sus paseos, tocando el piano o preparando alguna conferencia. También como un hombre que amó mucho, sufrió por amor y también hizo pasar las del Caín a algún admirador. Paradójicamente, tras volver en 1931 a Madrid de un periodo de formación en Alemania, su primer paciente fue un joven enamorado del poeta que intentaba buscar en las teorías de Freud un bálsamo para el desengaño amoroso. Celoso por las relaciones del autor de Romancero gitano con otros jóvenes, su situación empeoró cuando tuvo que alejarse de su madre por haber conseguido una beca de estudios en el exterior, lo que le llevó a sufrir intensos conflictos y una úlcera. Esta amistad entre García Lorca y Ángel Garma prosiguió fuera de los muros de la Residencia de Estudiantes y llegaron a quedar en Sierra Nevada, unidos por su interés común en los sueños, en crearlos y en descifrarlos. En general, este encuentro con la Generación del 27 caló en los huesos del estudiante de Medicina. Según recoge Markez, "prácticamente me encontraba con ellos todos los días, comía y conversaba con ellos. Esa convivencia me dio ideas muy interesantes que luego me sirvieron de mucho y que formaron mi espíritu". Sin embargo, a Salvador Dalí llegó a calificarlo como un "autista" por su carácter retraído que disimulaba con sus excentricidades. "Garma decía que la supuesta locura de Dalí era un simple recurso defensivo para llamar la atención. Curiosamente quizás fuera Dalí quien le diera el impulso inicial para acercarse al mundo del psicoanálisis cuanto este leía en voz alta o comentaba fragmentos de La interpretación de los sueños de Freud, obra que le apasionó y sobre la cual siguió investigando", escribe Markez.

Hombre de ciencia, "comprometido con el desarrollo del psicoanálisis y con los deseos de libertad de la II República", firmó junto al poeta granadino y otros ochenta intelectuales un manifiesto a favor de la recién fundada Asociación de Amigos de la Unión Soviética "tras quince años de existencia de la república obrera rusa, donde con grandes esfuerzos se ha venido levantando el acontecimiento económico y social más formidable del mundo moderno".

Garma tuvo también un gran olfato político, el mismo día en que asesinaron a Calvo Sotelo adelantó sus vacaciones y se fue a Francia intuyendo que se avecinaba la Guerra Civil. García Lorca fue más conservador y prefirió refugiarse en su ciudad para ser fusilado en el verano de 1936. Garma también se adelantó a la II Guerra Mundial y se instaló definitivamente en Buenos Aires en 1938, país que ya no volvería a ser el mismo desde que fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1942.

Federico García Lorca escribió poemas como Ciudad sin sueño y Ángel Garma culminó sus estudios con la publicación de Psicoanálisis de los sueños. "Constituyen situaciones traumáticas (pesadillas) enmascaradas, que son percibidas por el individuo de un modo alucinatorio, es decir, como si fueran vivencias reales debido a los mecanismos de defensa del yo", escribió el bilbaíno. "No es sueño la vida. ¡Alerta!", sentenció por su parte el escritor granadino.

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