arte | 500 años del nacimiento de la religiosa

Tras los pasos de Santa Teresa

  • La Catedral acoge una muestra sobre la mística con destacas piezas de arte religioso

Corre la leyenda de que, cuando Santa Teresa vio el retrato que le había hecho Juan de la Miseria, en 1576, torció el gesto y le espetó al artista: "Fray Juan, que dios te perdone, qué fea y legañosa me has sacado". Y es que al parecer, la religiosidad y el misticismo no están reñidos con la coquetería. Una copia de esta obra, realizada en 1602 y que costó la nada desdeñable cifra de 110 reales, es el punto de partida de la exposición sobre Santa Teresa, comisariada por Lázaro Gila, que muestra estos días la Catedral de Granada, con obras de Pablo de Rojas, Alonso Cano, Alonso de Mena, Pedro de Mena, Francisco Pacheco, Bernardo de Mora, José de Mora, José Risueño, Pedro Duque Cornejo, Torcuato Ruiz del Peral, Luis Bonifacio Tovar, Cornelis de Galle...

Este cuadro con el que se inicia el trayecto, que pasa por ser el retrato más fidedigno de la santa de Ávila, sirvió de modelo para la gran mayoría de las representaciones posteriores, lo que queda meridianamente claro en todas las imágenes que completan la exposición. Un ejemplo es el lienzo que se exhibe a continuación, que procede de la sacristía del convento de San José de Granada y que se realizó en el siglo XVII, con un fondo que parece ser la Alhambra tal y cómo se encontraba hace cuatro siglos.

A continuación, el espectador se sumerge en las experiencias místicas de la santa, con piezas como una talla italiana que se encuentra sobre una peana a la derecha del presbiterio del convento de San José. Fechada en las últimas décadas del siglo XVII o primeras del siguiente, "su anónimo autor ha sabido elegir de forma muy oportuna el momento en que el ángel con el dardo le atraviesa el hábito para llegar al corazón", según escribe el comisario.

De aquí se pasa a los nombres y la historia de sus amigos y confidentes, entre los que ocupa un lugar destacado San Juan de la Cruz, su más fiel aliado. Tres son los retratos que se consideran las veras efigies de San Juan de la Cruz. Dos se guardan en Granada, en el convento de San José; en uno aparece sentado en su mesa de trabajo escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo y, en el otro, que es el que se expone en la exposición, está orando ante la aparición de la Santa Cruz. Por último, en el tercero del museo carmelitano de Úbeda, ciudad donde falleció en 1591, de nuevo figura como escritor. "Mi medio fraile", como lo llamaba cariñosamente Teresa de Jesús, vivió en Granada entre 1582 y 1588 y aparece en el lienzo del siglo XVII de rodillas, con varios libros en su alrededor en alusión a su faceta como escritor, y una calavera.

Otro personaje clave en la biografía de Santa Teresa, San Pedro de Alcántara, aparece en su faceta de confesor, en un conjunto escultórico en el que la protagonista de la exposición está junto al santo, que se lleva incluso en la imagen la mano al oído, el típico gesto de las personas que pierden audición... Fechable en la primera mitad del siglo XVIII, Gallego Burín creyó que tal vez podría ser obra de Felipe González, escultor granadino del Setecientos aún bastante desconocido.

San Juan de Ávila y San Francisco de Borja completan este itinerario, en el último caso con una escultura que puede ser obra de Alonso de Mena y en el que aparece con un cráneo en la mano, en este caso una pieza que no tuvo necesidad de tallar el autor ya que se trata de un resto óseo auténtico que el artista rescataría de algún osario para su creación artística. "Lo importante de estas exposiciones es que, cuando finalizan, se ponen en marcha distintas investigaciones, se sacan documentos y es un paso para datar algunas obras que ahora son anónimas y también para exhibir obras que no son accesibles al gran público porque están en conventos de clausura o en sitios más escondidos de las iglesias", explica Antonio Muñoz Osorio, delegado diocesano para el Patrimonio Cultural y coordinador general de la muestra.

El recorrido prosigue con una mirada al universo más íntimo de la santa, de la que se conocen muchas de sus devociones particulares. Sobresalen algunas advocaciones marianas, Cristo en su infancia o algunos de los episodios más intensos y trágicos de su pasión,. También santos y santas muy valorados e invocados en su momento tanto por el valor testimonial de su vida terrenal, lo que les convierte en modelos a imitar, como María Magdalena, San Jerónimo... "En ellos vio un cambio en sus vidas cuando se cruzaron con Cristo, lo mismo que le pasó a ella", afirma Muñoz Osorio. También San Pedro y San Pablo, que aquí proceden de la iglesia del convento de Madres Capuchinas, un ejemplo señero del arte de Pedro de Mena anterior a la llegada de Alonso a Cano a Granada en 1652.

Y a diferencia de las exposiciones de carácter religioso que los últimos años se han exhibido en el Palacio de los Condes de Gabia, la de la Catedral de Granada tiene el valor añadido de la iluminación natural que proporciona el templo. "Los focos aplanan las imágenes y dan unos brillos que en realidad no tienen, pero aquí tienen una luz que permite ver la obra con el relieve y la policromía con las que la ideó el autor que nunca pudo imaginar que iba a inventarse la luz eléctrica", señala Muñoz Osorio.

Bajo este velo de luz natural aparece la pieza artística "más importante" de la muestra, una santa Clara de Alonso Cano que preside el coro bajo del Convento de la Encarnación, "un hito no sólo dentro de la producción escultórica del Racionero, sino de su momento histórico".

El siguiente apartado se muestran algunos ejemplos emblemáticos de la santa en la escuela barroca granadina, como la Santa Teresa de la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, de Alonso de Mena, que parece ser que se realizó con motivo de su beatificación en 1614 y es la primera sobre la religiosa que se hizo en Granada. Aquí, a diferencia del cuadro con el que se inicia la muestra, el artista puso en su mejilla sus tres características verrugas. "La iglesia no permite hacer estatuas hasta que no se son canonizados porque son imágenes de devoción que se hacen para el culto", apunta Muñoz Osorio para diferenciar estas tallas del cuadro que se le hizo en vida.

Aunque por falta de espacio han tenido que renunciar a mostrar 17 obras de las que ya contaban con todos los permisos, la muestra también exhibe la santa Teresa del Monasterio de la Encarnación, obra de José de Mora en la que la religiosa aparece austeramente vestida a diferencia de los ricos ropajes con los que está en las anteriores imágenes. "Estaba destinada a un convento y aquí ya aparece la pobreza", apunta Muñoz Osorio sobre una muestra que también repasa la fundación del Convento de San José de Granada y que incluye dos facsímiles de dos libros escritos por Santa Teresa y San Juan de la Cruz. En el caso de este último, su letra es de una limpieza y una belleza sorprendentes, mientras que la religiosa tenía una caligrafía algo más emborronada con las líneas ascendentes, casi hacia el cielo...

El colofón es la capilla y el retablo de Santa Teresa en la Catedral, un homenaje permanente más allá de las efemérides y los centenarios.

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