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"La trata es la máxima expresión de violencia hacia las mujeres"

  • La periodista Charo Izquierdo presenta esta tarde su novela 'Puta no soy', en la que retrata la dura realidad de niñas y mujeres obligadas a prostituirse

Luna tenía 15 años cuando las mujeres de su familia la entregaron a las mafias de su país para llevarla, supuestamente, hacia una vida mejor. Ella es pobre y es mujer, así que lleva sobre su espalda una doble discriminación, que se convierte en triple cuando es obligada a ejercer la prostitución.

Luna es la protagonista de la novela de la periodista y escritora Charo Izquierdo Puta no soy (Editorial Lid), una ficción sobre la vida de estas mujeres que se presenta esta tarde en El Corte Inglés y que es fruto del interés de la autora de hacer más visible el problema de la trata de personas con un fin sexual, el tercer 'negocio' más lucrativo del mundo después de las armas y el narcotráfico.

La idea de escribir este libro surgió a partir de una relación profesional con Mabel Lozano, que preparaba su documental sobre este tema, Chicas nuevas 24 horas, y que se fraguó, "primero en un reportaje importante, después en una amistad profunda y posteriormente en conocer mejor el problema de la trata", explica la autora.

"Informarme más del tema me ayudó a profundizar, porque anteriormente ya había trabajado mucho en violencia de género, y la explotación sexual es la máxima expresión de la violencia hacia las mujeres", matiza Izquierdo. Se trata de una novela -"desde el primer momento quise hacer ficción"- pero basada en uno de los personajes reales de aquel documental, para lo que viajó con la directora a la selva del suroeste peruano, a la región de Madre de Dios, donde miles de niñas y adolescentes son captadas por las mafias y obligadas a prostituirse.

En aquel viaje Charo Izquierdo vio mucho y aprendió mucho sobre la realidad de esas niñas y mujeres, porque "hasta que no lo ves no te puedes imaginar en qué situación están realmente", afirma. "Es desgarrador pensar que tenemos la capacidad para vivir aceptando la esclavitud. Nos da igual. No lo miramos y nos permitimos el lujo de decir que la esclavitud se abolió. No. La esclavitud está ahí al lado, en nuestras calles y plazas" porque, según explica, muchas de esas mujeres acaban en los prostíbulos de Europa.

Escribió la novela porque "quería llegar al corazón de la gente", ya que, en su opinión, con la ficción "es más fácil implicar a las personas, apelar a las emociones, explicar que el problema no es ajeno, sino que es horrible y que no podemos darle la espalda". Por eso además la historia está escrita en primera persona, un hecho que ha sido "mucho más duro" de lo que esperaba pero necesario: "Decidí hablar por esas mujeres porque son mujeres que no tienen voz".

Pero no sólo es la voz lo que les falta, sino que están "absolutamente desnudas de derechos", ya que no pueden salir a la calle solas, no tienen documentación, no pueden elegir con quién se acuestan... "Nos centramos en la trata de mujeres porque tiene un componente de género -analiza Izquierdo-, pero en realidad es una violación de los derechos humanos", resume.

Las mujeres que acaban en las redes de estas mafias tienen una situación de pobreza absoluta y lo único que quieren es mejorar su vida. Tampoco se puede criminalizar a las familias -como la de Luna- porque "también son víctimas, en el fondo lo que creen es que las niñas y adolescentes que 'entregan' a esas personas van a vivir mejor y ellos van a tener una boca menos que alimentar". Añade que uno de los problemas fundamentales para poder atajar la explotación sexual es el hecho de que se siga demandando,"existe la oferta porque hay demanda, y eso hay que cambiarlo a través de la educación desde la infancia". Y también desde el lenguaje, porque "putas no son -de ahí el título del libro-, son mujeres obligadas a prostituirse, son esclavas".

Porque es un problema que necesita una actuación muy amplia, reclama que se ponga en marcha un plan integral aprobado el año pasado para atajarlo. Mientras tanto, hay asociaciones que se encargan de ayudar a las mujeres que consiguen salir de esta situación a "incorporarse a la vida, volver a ser personas, porque han estado cosificadas". Una de ellas es la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp), a la que la autora ha cedido los derechos de esta novela.

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