Ara Malikian. Violinista

"Si me pongo un disfraz, como un frac, dejaré de ser yo y no estaré a gusto"

  • El músico libanés actúa este viernes en el Palacio de Congresos de Granada con el mestizaje por bandera.

Rostropovich llegó a definir a Ara Malikian como el mejor violinista de su generación. Por entonces andaba por la Orquesta Sinfónica de Madrid, pero ya sentía que un violinista se podía subir a un escenario como si fuera Mick Jagger; así que se dejó crecer el pelo de manera desordenada, desterró el traje de etiqueta y se lanzó a una carrera en solitario que le ha llevado a dar cerca de 300 conciertos en un año. Dice que prefiere ser bastardo antes que purista y mezcla desde Bach a Radiohead sin que el público sufra ninguna resaca musical. Al contrario, tiene publicados más de 40 discos y algunos de ellos se han situado bien alto en la lista de ventas. Este viernes actúa en el Palacio de Congresos de Granada (21:30 horas).

-¿Qué viaje musical propone para el concierto de este viernes?

-Un concierto en el que vamos a tocar de todo, música de muchos países, épocas, estilos y culturas diferentes, además de composiciones propias.

-Tiene usted una estética muy personal a la hora de presentarse en el escenario. ¿Quiere reivindicar la normalidad en la música clásica?

-Mi intención no es reivindicar nada, al contrario, cuando estoy en el escenario intento ser lo más natural posible, justamente para dar todo lo que quiero expresar. Durante todos estos años he aprendido que el escenario es donde tengo que hacer mi trabajo, que consiste en emocionarme en primer lugar y luego emocionar al público. Para eso necesito toda mi personalidad, si me pongo un disfraz, como un frac, dejaré de ser yo y no estaré a gusto.

-Tiene usted un gran éxito entre el público infantil. Con todos los respetos a 'Los 40 Principales', ¿daría usted algún consejo a los padres preocupados por la educación musical de sus hijos?

-La música clásica es igual de accesible para los niños que Los 40 Principales, incluso más. Sólo hay que escucharla y dejarla llevar. Los niños son muy listos, se pueden enganchar a cualquier música y, de hecho, estoy muy feliz porque vienen muchos a mis conciertos y se lo pasan muy bien.

-La interculturalidad y el mestizaje es un cajón desastre donde caben las propuestas más variopintas. ¿Qué significan estas palabras para usted?

-Es muy importante el respeto por las culturas. Es cierto que ha habido una moda de fusionar por fusionar, que es algo muy fácil. Lo que a mí me interesa es descubrir, conocer a través de los viajes donde me encuentro otros músicos, otros instrumentos, otros géneros. Es fácil hacer un concierto de Beethoven por reggaeton, lo difícil es dialogar y retroalimentarse.

-¿Cuál es su historia con España? ¿Por qué decidió instalarse aquí?

-Fue por casualidad, he vivido en muchos lugares, como Líbano, Alemania, Francia o Inglaterra. Pero hubo una época en la que quería cambiar, y esto coincidió con una gira por España y me encantó la vida de aquí, la luz, el Mediterráneo... Tenga en cuenta que por entonces yo vivía en Inglaterra, así que España me recordó a mi tierra. Decidí quedarme una temporada y ahora mismo es el lugar donde he vivido más tiempo a lo largo de mi vida.

-¿Tiene las claves de su éxito?

-Lo primero es estar enamorado de tu profesión, yo haría lo mismo aunque no viniera nadie a verme, es mi manera de soñar. La gente me conoce por hacer algo bien definido, tocar el violín, esa es mi única fama.

-A nivel de música clásica sigue existiendo esa sensación de inferioridad con otros países como Alemania. ¿Qué opina usted de este complejo?

-Los problemas que existen en Alemania con la música clásica son los mismos que en España. Es una música maravillosa, pero no es capaz de mantenerse sin ayudas públicas. Esto es un problema grave, porque cada vez es más difícil mantener una orquesta y un ciclo de conciertos, mientras que los grupos de rock y pop se mantienen solos. Es algo que tenemos que pensar para el futuro, porque debemos cuidar al público y, en el mundo de la música clásica, a veces se cuidan más a los amiguetes.

-Usted que ha tocado tantos estilos, ¿qué similitudes encuentra entre la música zíngara y el flamenco?

-Son diferentes, pero tienen la misma pasión. La música zíngara es muy amplia, igual que el flamenco, no es igual en los países balcánicos que en Rusia o en Polonia. Lo bonito es que cada rincón del mundo donde hay zíngaros se hace música diferente, pero la pasión es siempre la misma.

-El violín, que en España está asociado a la música clásica, es un instrumento de la música popular en los países de Oriente como aquí puede serlo una guitarra flamenca. ¿Habría que reivindicar esto?

-Es un instrumento muy antiguo y está presente en todas las culturas del mundo, desde Japón a Sudamérica. Es verdad que se conoce su faceta como instrumento clásico, pero el violín está muy presente en la música tradicional.

-Su padre le puso un violín en el hombro con cinco años y desde entonces sólo lo ha guardado para dormir. ¿Hay que tener un punto de obsesivo para tocar este instrumento?

-Hace 20 años estaba obsesionado con la técnica y ensayaba 12 horas al día para perfeccionar mi técnica. De hecho, cuando hacía conciertos mi primera obsesión era la perfección, pero poco a poco me di cuenta que la gente no iba a los conciertos para ver técnica, va para que le toques el alma. Por supuesto que hay que tocar lo más perfecto posible, pero mi primer objetivo es conmover, llegar al corazón.

-Está claro que el arte es un riesgo; pero si a eso se le añade que es usted el empresario en sus conciertos, esto se multiplica. ¿Esta inseguridad es más estimulante que cobrar tu caché e irte para tu casa con el cheque?

-Claro, yo asumo ese riesgo y por eso es muy importante que se llene el teatro, primero por el ambiente tan especial que se crea y segundo porque si no se llena nos arruinamos. Esto me molesta mucho en el mundo de la música clásica, porque a veces los programadores cierran los ciclos y les da igual que se llene el auditorio, porque todos van a cobrar se llene o no. Yo asumo el riesgo de emocionar a los que han pagado su entrada, por eso lo damos todo, tocamos dos horas y media y sudamos como si hubiéramos jugado dos partidos de fútbol.

-Como libanés, ¿qué opina de la situación en Oriente Medio? Como artista, ¿qué le parece que en una gala tan reivindicativa como los Goya sólo Antonio de la Torre hiciera referencia a la situación de los refugiados?

-Estoy muy preocupado porque estas personas salen de su país porque sus casas han sido destruidas, están amenazados de muerte, no vienen a Europa a pasear. Europa tiene que sacar su lado más humano para cuidar a esta gente. Es un problema grave que incluso se está escondiendo en los medios, se habló mucho con la foto del niño en la playa, pero el problema comenzó tres años antes y nadie hace nada.

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