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El favorito para 'Supervivientes'

  • El concejal de Cultura durante los últimos 13 años ofreció ayer su última rueda de prensa antes de pasar a la oposición Ha sido el político más combativo del equipo de gobierno

Si existiera un Supervivientes de la política granadina, Juan García Montero sería sin duda uno de los favoritos para escapar de las nominaciones. Se podría decir del hasta hoy alcalde en funciones que es una suerte de camaleón, aunque sin cambiar jamás de azul pepero. Es sobre todo un hombre que se adapta a todo y que, además, lo hace con entusiasmo. Si tiene que ser director general de la televisión municipal TG7, antes de cada rueda de prensa coge un folio en banco para que los cámaras puedan hacer el balance de blanco; que hace falta una mano de pintura en un edificio emblemático de la ciudad y no hay presupuesto, llama a su colaborador más cercano para ir a comprar una latas de pintura al Bricodepot y ponerse el mono para encalar las paredes él mismo -aunque al ser un edificio declarado BIC tuvo que desistir de ejercer de Pepe Gotera y Otilio-; que sale una columna de humo en mitad del acto de entrega del Premio Lorca en el Auditorio Manuel Falla, pues el concejal de Cultura -y de incendios varios- abandona el estrado, sube las escaleras de tres en tres mientras el premiado habla de vida y de poesía y apaga él mismo el fuego provocado por un foco... Pero si algo tiene Juan García Montero es instinto político y reflejos. Por eso, si ve que la exconcejal de Urbanismo Isabel Nieto se está metiendo en un jardín con el asunto del AVE durante una reunión con los vecinos de La Chana, aprovecha uno de sus habituales rifirrafes con Paco Cuenca para levantarse de la reunión y salirse 'de rositas' de un berenjenal que a su compañera le valió un expediente por parte de su partido.

Juan García Montero nació en 1969 y llegó a la Plaza del Carmen con apenas 34 años, una edad en la que todavía se puede usar el bonojoven. Asumió la Concejalía de Cultura, un puesto que desde entonces no ha abandonado, aunque sí lo ha compatibilizado con múltiples ocupaciones a medida que iba ganando peso en el equipo de Gobierno, al tiempo que adelgazaba a golpe de largas caminatas por la Vega. Licenciado en Derecho, había trabajado con anterioridad en el sector editorial y en el del cine, lo que unido a que es hermano del poeta Luis García Montero hizo que su llegada a Cultura fuera recibida con más entusiasmo que rechazo. De hecho, mantiene una excelente relación con su hermano mayor, el escritor que fue candidato de IU a la Comunidad de Madrid. Por esta parte le toca ser cuñado de Almudena Grandes, que ha hecho de la II República su bandera. Pero esto no es impedimento para celebrar juntos con el resto de la familia las fechas más señaladas. ¿El secreto? No hablar de política.

Al poco de llegar puso en marcha el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada-Federico García Lorca, una de las grandes apuestas culturales del Ayuntamiento en los últimos 13 años, al tiempo que comenzaban las negociaciones para construir un centro dedicado al poeta en Granada para albergar su legado. De eso se hablará más adelante, pero este triángulo lorquiano lo completó con la creación de un programa para poner en escena la obra del poeta de Fuente Vaqueros a cargo de Teatro para un Instante.

Este animal político es también un cofrade entusiasta, lo que le ha llevado en ocasiones a ser 'estigmatizado' por buena parte de la progresía local, esa que entiende que en vez de incienso debería de quemarse naftalina en las calles, pese a que es el gran acontecimiento que, año a año, hace que gran parte de la ciudad se eche a las calles. Esta 'fiebre cofrade' es la que se le ha echado en cara cuando el Área de Medio Ambiente fue clausurando templos de la música como Planta Baja, aunque volvieron a tener licencia en cuanto se adaptaron a las exigencias legales. Este ha sido uno de sus caballos de batalla; de hecho llegó a decir que el apoyo a la escena local era una de sus espinitas clavadas. Así que, tras varios intentos, ha puesto en marcha junto a la Concejalía de Turismo Granada ciudad del rock, lo que pretendía ser la definitiva reconciliación entre el Ayuntamiento y los músicos de la ciudad.

Trabajador incansable, es de los pocos que es capaz de dejar una casata de Los Italianos para atender la llamada de un periodista impertinente a las diez de la noche. Poco a poco Cultura se le quedaba pequeña, así que fue asumiendo la gerencia de TG-7, la portavocía del Grupo Popular en el Ayuntamiento o sumando a su cartera la Concejalía de Deportes. Y todo con naturalidad, defendiendo como un marine a su amigo Pepe Torres y con una cercanía cómplice con todo el mundo. En trece años de ruedas de prensa en el salón de plenos ha sido un tipo cariñoso con los periodistas, siempre con un chascarrillo en la boca y presentando con el mismo entusiasmo el Festival de Música y Danza que un encuentro de tambores y cornetas. Sólo en una ocasión ha tomado notas: fue en su primer acto como alcalde en funciones, cuando presentó el Festival de Música Antigua al que acudieron decenas de periodistas que estaban bien lejos de estar interesados en la música del barroco.

Para el recuerdo queda su enfrentamiento con el delegado de Cultura de la Junta entre 2006 y 2012 , Pedro Benzal. Eran capaces de decirse de todo ante los micrófonos y luego quedar para tomarse animadamente unas cañas. Se convirtieron en los Zipi y Zape de la política granadina, cada declaración de uno tenía seguidamente su respuesta por parte de su oponente, y así fueron llenando páginas de periódico, protagonizando escenas del Tenorio en una presentación por la mañana y por la tarde cambiando de género para escenificar Julio César, puñaladas dialécticas incluidas. Ha lidiado con las polémicas de la Biblioteca de las Palomas, del Zaidín Rock, ha aprovechado el mínimo resquicio para recordar el caso de los ERE o las farras de farlopa y prostitutas y tuvo un largo desencuentro con María del Mar Villafranca que le llevó a exhibir un mensaje privado de la exdirectora en mitad del rifirrafe a costa del Atrio; pasado el tiempo, lo más recordado es que la tenía en su agenda con el nombre de Sultanilla.

Entre sus grandes éxitos, conseguir que el modesto Retroback se haya convertido en una cita que ha calado en la ciudadanía, mientras que el millonario y ambicioso Cines del Sur de la Junta ha naufragado hasta hundirse en la suspensión de 2016. También mantener en plena crisis, aunque con tijeretazos importantes, el Hocus Pocus, el Festival de Jóvenes Realizadores, asumir casi en solitario el Festival de Jazz, el Festival de Tango, las aportaciones a la OCG y al Festival de Música y Danza, el Festival Internacional de Poesía...

Y retomando el Centro Lorca, fue el primero en advertir las irregularidades de Juan Tomás Martín, el exsecretario de la Fundación Lorca que ya se ha declarado culpable del agujero económico millonario que, entre otras cosas, impide que el Centro de La Romanilla albergue el legado del poeta, un espacio que tuvieron que abrir deprisa y corriendo para no perder los más de cuatro millones de fondos noruegos que sufragaron el equipamiento del edificio. "Cuando abra el Centro Lorca será el momento de asumir otras responsabilidades", dijo en 2012. Este momento ha llegado, pero por otros motivos y con destino a la bancada de la oposición.

Es a grandes trazos la historia de los últimos 13 años del gran fajador de la política granadina, que ha pasado de peso ligero a peso pesado. Ahora le toca dejar la zona noble del Ayuntamiento, empaquetar trece años y llevárselos a las incómodas y frías oficinas de la oposición. Por ahora...

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