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Un amor imposible y Alfonso X El Sabio

  • Maeso presenta 'La cúpula del mundo', Premio CajaGranada de Novela Histórica, que habla de un rey que pudo ser el 'rex mundi'

Jesús Maeso de la Torre se pasea constantemente por los libros y lugares que hablan del pasado. Un día, de camino a un monasterio de Castilla a donde iba como historiador, se paró guiado por la curiosidad en una iglesia románica de un pequeño pueblo llamado Covarrubias en la que un grupo de noruegos alzaban sus banderas. Tal era la algarabía que Maeso preguntó al capellán la razón de tan extraño fervor. "¿Es que acaso no sabe usted que aquí está enterrada la famosísima princesa Cristina de Noruega que vino a casarse con Felipe de Castilla?" Aquello entusiasmó al escritor pero lo que le dejó perplejo y se convirtió en el germen de su novela La cúpula del mundo fue que el capellán le siguió contando que, cuando levantaron su lápida a finales de los sesenta, encontraron un bellísimo poema en un pergamino escrito en castellano y una receta médica "contra el mal de oído".

¿Quién podría haberle 'regalado' tal cosa a la princesa? Un médico de almas, Beltrán Sina, que formó parte de la delegación que fue a Noruega en busca de la princesa. El amor imposible entre estos dos personajes es el hilo conductor de la novela de Maeso, premiada el pasado enero con el II Premio Granada de Novela Histórica y que presentó ayer en la Feria del Libro.

Aquel mal de oído podría haber sido, explica el historiador, "un tumor" que acabó con su vida. Murió, dicen, de melancolía en Sevilla al poco de casarse, "pero yo no puedo imaginar que alguien muera de tristeza en ninguna parte de Andalucía".

Contiene, sin embargo, muchos más resortes la obra para el lector puesto que es usual en Maeso que utilice al mismo nivel la maestría del historiador fiel y la del escritor que engancha. Sus personajes no son las grandes figuras de la historia porque para eso "ya están las biografías". Los suyos son "personajes malditos, trovadores, cortesanas romanas..." que viven, eso sí, en momentos que el escritor documenta y presenta de una manera totalmente "cierta". Sin embargo, conviven en sus novelas (ésta es la novena) varias historias paralelas. Realidad, novela negra, aventura y amor. Alfonso X El Sabio, por ejemplo, sería en La cúpula del mundo, un personaje secundario pero que protagoniza una de esas tramas paralelas. "Un figurante, como le llamo yo", explicó ayer Maeso. Él es el contexto. Él es la Europa de aquel siglo.

En 1255, "pasaba que en Europa se había quedado vacante el trono del sacro Imperio Romano Germánico, la entidad política más importante, y nuestro rey Alfonso X de Castilla quiso ser rey del imperio porque llevaba sangre alemana".

En aquellos tiempos, había soterrada "una especie de hermandad secreta formada años atrás por San Francisco de Asís, místicos sufíes, musulmanes, rabinos, judíos que habían elaborado una teoría, la del Rex Mundi, porque Europa estaba siendo asediada por los mongoles de Gengis Khan". También, en las dos religiones más importantes de aquel momento, el Islam y el Cristianismo, "había muchos que estaban ya cansados de la guerra entre cruzados y los ejércitos de Saladino. Estaban hartos ya del torrente de sangre que se estaba vertiendo en Oriente". Esta hermandad surgió para acabar con "esos dos lastres".

Esa idea, cuenta Maeso, "quedó un poco muerta hasta que apareció una profecía en Alemania de un místico sacerdote llamado Joaquín de Fiori, que decía que había interpretado el Apocalipsis y las profecías de Sibila de Cumas según las cuales iba a comenzar la edad dorada de la humanidad con la figura de un rey, que sería el rey de la cúpula del mundo y que pertenecería a la casa de Suabia". Había un solo vástago, Alfonso X, esa estirpe "y no era un rey cualquiera". "En esa época en la que los reyes apenas sabían leer ni escribir, él era un magnífico estratega miliatar, un enorme gobernante y, además, la Universidad de París le había denominado Stupor Mundi, El Asombro del Mundo".

Todos le señalarían como "el rex mundi" que inventó aquella hermandad secreta, pero el Papado, pasados unos años, evitaría que se le coronase, lo que supuso el mayor fracasode Alfonso X El Sabio.

En medio de todo aquel panorama del siglo XIII, con la inteligencia formidable de un rey "irrepetible y único" pero también un rey de quien sospechaban de herejía, Alfonso X, con el fin de ganar un aliado para su causa en los países del norte, concertó el matrimonio de uno de sus hermanos con la hermosa Cristina, hija de Haakón de Noruega. Así pues, una delegación castellana parte hacia esas tierras gélidas con la misión de acompañar a la dama hasta Toledo. Entre los miembros de dicha comitiva se encuentra Beltrán Sina, el "médico de almas", un hombre sensible y leal a su rey, que no sólo deberá luchar contra quienes se oponen al enlace, sino también contra su propia pasión por la inalcanzable princesa del hielo.

"La historia siempre se repite", destaca Maeso. "Alfonso X El Sabio ya inventó la globalización queriendo ser rey de las tres grandes religiones". Se repite también cuando algo que parecía olvidado y enterrado es descubierto fortuitamente y vuelto a revivir por el embelesamiento innato de un historiador de historias.

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