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Morente, vuelta al ruedo

  • Ante un Palacio de Carlos V lleno hasta la bandera, Enrique Morente y Pepe Habichuela supieron extraerle el juego al aire y exprimir todo el arte al cante jondo. Una velada triunfal

Más que el espacio circular del Palacio de Carlos V, aquello parecía anoche una verdadera plaza de toros en la que el público se había arremolinado para presenciar la noche mágica de un maestro. Y el público tuvo lo que se esperaba. Enrique Morente ejerció de diestro en una velada triunfal acompañado a la guitarra por su viejo compañero y eterno amigo Pepe Habichuela. Era una noche que prometía momentos sublimes y momentos sublimes los fueron prácticamente todos.

Hacía años que Enrique Morente y Pepe Habichuela no compartían juntos un escenario. Pero cuando dos músicos han congeniado en el pasado, poco tiempo tardan en volver a encontrar la fórmula mágica que los hizo notables. Morente y Habichuela se entendían casi sin mirarse, se tanteaban la música y, antes de que sonara, ya sabían por dónde venía.

Ante un Palacio de Carlos V absolutamente abarrotado –lleno hasta la bandera– cantaor y tocaor supieron extraerle el jugo al aire, pellizquear el duende de Granada y exprimir todo el arte al cante jondo. Dominaron sin esfuerzo, reiventaron la caña, las alegrías y las soleares e hicieron vibrar el círculo perfecto de las estrellas y dejaron entre el público un regusto de placer, de satisfacción por la cosa bien hecha, por la música hecha de encajes primorosos. Parecía como si jamás hubieran dejado de tocar juntos en toda la vida.

Fue uno de los momentos más excitantes del Mapfre Hay Festival Alhambra que no quiso perderse ni el escritor italiano UmbertoEco. Es un certamen que se va a hacer imprescindible en Granada en años venideros y que ha dejado unas altísimas cotas de calidad. Morente y Habichuela tan sólo mostraron un terrible talento, un saber estar a la altura de lo que fuera, una maestría sin fisuras.

El público quedó fascinado. Especialmente los asistentes ingleses del Hay Festival, que han quedado encantados con Granada, con los paisajes, con la forma de vida y con el arte que sale por los poros de la ciudad. Para colofón, dos granadino de la altura de Morente y Habichuela vinieron a hacer una faena de oro en la arena del Carlos V.

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