Paso de cebra

José Carlos Rosales

El presidente promete

ENTRE las imágenes políticas de los últimos días, hay una que me llama poderosamente la atención. La vi anoche, en un telediario. Me refiero a la imagen de José Luis Rodríguez Zapatero, de pie, tomando posesión de su cargo. Hoy la publicará la prensa y, tal vez, pasaremos las páginas sin prestarle demasiada atención: nos fijaremos en las nuevas caras del nuevo gobierno y dejaremos pasar esa imagen de Zapatero cumpliendo los últimos trámites (administrativos) para ejercer como Presidente de Gobierno.

Y, sin embargo, esa imagen de Zapatero prometiendo su cargo merece una modesta pausa, una reflexión serena: mientras pronunciaba las frases de rigor ("prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de Presidente del Gobierno…") y apoyaba su mano derecha en uno de los dos libros (la Constitución Española y una Biblia) que, abiertos sobre cojines de terciopelo rojo, ofrecían la posibilidad de elegir entre 'jurar' o 'prometer', una figura (no constitucional) presidía la ceremonia: en el centro de la mesa solemne había un pequeño crucifijo sobre un barroco pedestal dorado. No sé qué razones (o sinrazones) explicarían la presencia allí de ese crucifijo (y de la Biblia). Sobre todo si pensamos que la persona que tomaría posesión del cargo de Presidente de Gobierno no haría uso de la opción de 'jurar'. De cualquier forma no es admisible que la imagen fundacional de una religión (la católica) presida (en el centro de la mesa) un acto cívico de esta índole.

Cuando vi la imagen en el noticiero del sábado me acordé de un viejo romance que nos enseñaban en el colegio: "En santa Gadea de Burgos, / do juran los hijosdalgo, / allí le toma la jura /el Cid al rey castellano. / Las juras eran tan fuertes / que al buen rey ponen espanto; / sobre un cerrojo de hierro / y una ballesta de palo". Supongo que nadie querría volver a vivir en el feudalismo, supongo que nuestra sociedad no es teocéntrica, supongo que aquí nadie es diputado o presidente de Gobierno por la gracia de Dios. Y, aunque respetemos la práctica de las creencias religiosas, la vida política y civil debería transitar al margen de cualquier religión. Por eso habría que sumarse a la campaña de recogida de firmas (los sábados por la mañana en Puerta Real) que la asociación Granada Laica está desarrollando para lograr la efectiva separación Iglesias-Estado (http://www.laicismo.org): no a la financiación de las iglesias con dinero público, exclusión de las religiones de la escuela pública y derogación del Concordato del Estado español con la Iglesia Católica. Una campaña así es oportuna y válida, necesaria, urgente.

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