QUOSQUE TANDEM

Luis Chacón

Turismo: cultura y negocio

Aprincipios del XIX, viajeros románticos como Irving y Ford descubrieron Granada al mundo. España era algo exótico, un país agreste y lejano poblado de toreros, bandoleros y mujeres de rompe y rasga. Después, el ferrocarril permitió a la naciente burguesía europea de la revolución industrial imitar el Grand Tour de la aristocracia británica y, aunque a mediados del XVIII Baretti viajó a España aconsejado por Samuel Johnson, las visitas obligadas eran Francia e Italia.

Estos viajes duraban meses pero su exclusividad impedía el nacimiento de la industria turística que hoy es el motor de nuestra economía. Para viajar se requieren ganas, tiempo y dinero. Aquellos ricos viajeros, a diferencia de los turistas de hoy, disponían sobradamente de los dos últimos. Para ser competitivos, debemos diseñar una oferta que asuma ese hecho y dejar de perseguir la quimera de la larga estancia.

El turismo ha capeado el temporal de esta larga crisis mejor que otros sectores pero nota ya la caída de la demanda interna por lo que el objetivo es vender fuera. Aunque a largo plazo cambiemos nuestro modelo productivo, este sector seguirá siendo básico y debe ayudar a salir de la recesión cuanto antes. A diferencia del ladrillo, mejora la balanza comercial y tiene capacidad de crecimiento. El turismo cultural es ya un yacimiento de negocio para una sociedad más formada que ha cambiado sus hábitos de ocio. Es triste comprobar que siendo el segundo país con más patrimonio del mundo aún seamos sinónimo de fiesta, sol y playa.

Granada es un producto turístico conocido y consolidado. Nadie duda del atractivo de la Alhambra pero la competencia es feroz porque, aunque les duela a los del como Graná no hay na, decenas de ciudades de Europa son tan monumentales como la nuestra y se visitan en dos o tres días a lo sumo.

El catálogo es enorme, basta con navegar por la red que además, se ha convertido en lugar de intercambio de opiniones sobre destinos, hoteles o transportes. Otros países ofertan conjuntos de ciudades artísticas pero nosotros somos incapaces de hacerlo con, por ejemplo, Granada, Córdoba, Sevilla, Úbeda y Baeza. Superar rivalidades locales y unir esfuerzos hace más eficiente la inversión. Granada es más cara que ciudades similares; para ser más competitivos deberemos reducir precios.

El visitante quiere ver la ciudad en su mejor estado y no es esa nuestra imagen actual. Entre las inacabables obras del metro y una cierta dejadez y abandono que se aprecia solo con pasear por el centro, estamos haciendo un flaco favor al patrimonio y a la economía de esta ciudad. Hay que elegir bien dónde se aplican los escasos recursos públicos. Invertir en turismo es hacerlo en nuestro futuro.

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