buscando razones

José Antonio / Pérez Tapias

Alucinaciones políticas

SERÁ por estos tiempos convulsos, pero a muchos se les va la cabeza. Ante la realidad, miran para otro lado o se imaginan situaciones que poco tienen que ver con ella. Cuando tales comportamientos se dan en cargos públicos aparece la duda sobre si se les puede llamar "responsables" políticos. Pero no vamos a aceptar que ciertas alucinaciones políticas mengüen la responsabilidad. En todo caso ésta se sitúa en la ingesta de alucinógenos -de sus equivalentes funcionales, que son muchos-, la cual provoca ofuscación y autoengaño.

Un caso de tal patología es el de Artur Mas como candidato en las recientes elecciones catalanas. Ha sido patente el sesgo mesiánico con el que afrontaba los comicios, pretendiendo un respaldo plebiscitario que, mediante "mayoría excepcional", le pusiera al frente del proceso hacia una Cataluña independiente. Cierto es que CiU ha quedado como fuerza ganadora, pero perdiendo 12 de los 62 escaños que tenía; y Mas, desautorizado por tan amarga victoria. Éste, en momento de sincero encuentro consigo mismo, podría aparcar manías etnocéntricas e identificarse con estos versos del castellano José Hierro: "me creía dueño del mundo/ y no era dueño ni de mí mismo". La alucinación en la que cayó el entonces presidente de la Generalitat ante la muchedumbre que con fuertes tintes independentistas se manifestaba el 11 de septiembre en Barcelona, le llevó al autoengaño que le ocultó la realidad de su entorno. En vez de presentarse para ser investido presidente por el parlamento catalán debiera asumir su responsabilidad y dimitir.

De alucine ha sido también la manipulación mediática con que desde instancias gubernamentales se ha contaminado la mencionada campaña electoral con bulos sobre supuestas irregularidades fiscales de máximas figuras del nacionalismo catalán. Un PP ebrio de poder incurrió en la alucinación de pensar que a la ciudadanía no le importan tan burdos montajes parapetados tras el anonimato, como si fuera indiferente a las reglas de un Estado de derecho. Tal conducta alucinada habla del autoritarismo postdemocrático -diagnóstico de Ramoneda- que la derecha incuba.

Impresiona el fenómeno de alucinación política que, a ojos de la ciudadanía, se ha producido en el parlamento andaluz cuando la comisión de investigación sobre los EREs fraudulentos ha acabado peor que el rosario de la aurora. Se pensarán las fuerzas políticas causantes de tan lamentable desatino que la ciudadanía anda en Babia o pasa del tema. Ni lo uno ni lo otro, por lo que la elusión de responsabilidades políticas en el asunto de marras provocará nuevos episodios en que de la alucinación se salga a base de estrellarse contra la dura realidad. Entonces algunos, en melancólica autocrítica, podrán hacer suyas también estas palabras de Hierro: "A veces nos decimos si no estaremos engañados".

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