Quosque tamdem

luis Chacón

hundidos en un lodazal

EL vendaval de la crisis económica ha dejado al aire las vergüenzas de una partitocracia que permitió a muchos creerse impunes porque tenían el poder en sus manos. Lo utilizaron como un niño caprichoso usa un juguete y olvidaron la grave responsabilidad que supone ostentar el poder en democracia. Como escribió Lord Acton en una valiente carta a un obispo -autor de una Historia del Papado en la que obviaba la corrupción de muchos Papas- el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Cuando la democracia impide su acumulación en manos de unos pocos y permite escoger a los mejores, actúa como un antídoto. Pero deja de serlo si se reduce al mero rito formal de depositar el voto cada cierto tiempo en una urna. Una sociedad abierta exige que la democracia sea un proceso diario, no una celebración periódica en la que el ciudadano es un mero figurante.

Los españoles hemos contribuido a este estado de cosas por nuestro espíritu acrítico y gregario. A cada caso de corrupción aflorado, la respuesta más oída ha sido y tú, más o peor es lo de los otros. Olvidan que el delito no se convierte en una actitud ética aunque todos delincamos. La ciudadanía ha caído en la trampa de los corruptos, tan vieja como la propia humanidad, la de envolverse en la bandera del si me atacan a mí, nos atacan a nosotros. Incluso hoy, en pleno maremágnum de escándalos se exige a los demás la contundencia que no se practica en el propio partido dónde lo más habitual es la comprensión con el corrupto.

No dudo de que existan políticos honrados, es más, estoy seguro de que al igual que las meigas, haberlos, haylos; lo que ignoro es dónde están porque no los veo. No sé si porque los árboles de la corrupción no dejan ver el bosque de la decencia o porque se agazapan tras su cobardía esperando tiempos mejores. Este es el momento en el que la ciudadanía, hastiada de tanta corrupción y tanto enfrentamiento estéril, espera que los que de verdad creen en la política como un servicio a la sociedad y no como una forma de medrar y enriquecerse, den un paso al frente y acaben con una situación que cada día se torna más grave. Aquellos que no alcen la voz y se rebelen dentro de sus propios partidos contra quienes nos están hundiendo en un lodazal de corrupción, clientelismo y miseria moral serán tan responsables por su silencio como otros lo han sido por su descarado saqueo de España.

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