EL indecente expolio de dinero público que está destapando la investigación de los ERE plasma con absoluta fidelidad, como en un lienzo hiperrealista, el paradigma de un país donde los ciudadanos han sido abandonados a su suerte y en el que cada nueva noticia hurga con saña en una herida difícil de cerrar.

Se va desgranando una historia en la que, como en esos telefilmes de la sobremesa de los sábados, en unos minutos puedes establecer la lista de personajes buenos, malos y regulares, tienes claro que la chica sensible acabará enamorada del tipo callado y deduces el final con una fidelidad cercana al don de profecía.

En los ERE, el guión ya se conoce y empieza con una subvención. Se busca una supuesta buena causa para saltarse la ley como ayudar a parados mayores que tendrían difícil encontrar trabajo. Luego, como siempre, los caciques usan el clientelismo y al grito patrio del colócanos a tós aparecen los cónyuges, hijos, hermanos, primos y demás familia tan propios de estas tramas. Hecho esto, ya no hay línea roja que no se salte sin pudor alguno y se contrata a empresas de amiguetes sin concurso público ni zarandajas. Y como de algo hay que vivir se inicia el reparto de comisiones. Cuando los jueces empiezan a pedir papeles tenemos la primera aparición solemne en la televisión gubernamental de turno ya que en esa no se hacen preguntas. Al fin y al cabo dependen de otra subvención del mismo gobierno. Primero se niega, después se duda y al final, no hay más remedio que admitir, al menos, la negligencia. Y así, a la engolada indignación, seguirá una solemne declaración y finalmente un sentido mea culpa de quienes debiendo velar por el dinero público no lo han hecho. En este caso, la Junta de Andalucía ha debido reconocer su incompetencia y su inacción continuada ante el expolio de nuestro dinero.

Y como en este putrefacto pastel no podía faltar la guinda financiera, aparece la relación entre los ERE y los bonos basura. Con la cantidad de aseguradoras que hay en el mundo tuvieron que elegir las que estaban envueltas en el escándalo Eurobank que además, invirtieron y perdieron el dinero de los contribuyentes que garantizaba las prejubilaciones.

Coincidirán conmigo en que a la historia no le falta ningún detalle. Bueno, uno; la asunción de responsabilidades políticas. Pero eso sólo pasa si el guión es extranjero y en este caso es muy español. Hecho en Andalucía, vamos.