Paso de cebra

josé Carlos Rosales

La estatua fascista

EN una de las salas del Museo Städel de Fráncfort, en Alemania, hay un busto del general Francisco Franco. Su rostro hierático reposa sin demasiadas estridencias sobre un pedestal donde, entre otros datos históricos, aparece descrito (lógicamente) como un "dictador fascista". Los visitantes suelen pasar de largo sin reparar en la presencia de ese personaje tan siniestro; algunos se detienen sorprendidos al tropezarse con la efigie del general Franco; y otros se quejan o protestan ante la dirección del museo por la inclusión de esta escultura de bronce en su exposición permanente. Lo contaba el pasado domingo, en las páginas del diario El País, Juan Gómez, su corresponsal en Alemania.

El Museo Städel de Fráncfort es una de las instituciones museísticas más antiguas y significativas de Alemania y una de las más importantes del mundo. En sus innumerables salas se alberga y difunde la historia del mejor arte europeo, desde el siglo XIV hasta la actualidad, prestándosele una especial atención al arte contemporáneo, sobre todo a partir de 1945. El busto de Franco fue obra del escultor alemán Georg Kolbe (1877-1947), un artista que había participado en el pabellón de Alemania de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 y que viajó a España en 1938 para esculpir un busto de Franco, escultura de la que se hicieron 24 copias, una de ellas para Hitler. Otra sería la que se expone en el Museo Städel de Fráncfort. Y mientras allí, en Alemania, se discute qué hacer con el arte nazi o fascista, qué lugar ha de ocupar en los museos o qué información ha de ofrecerse a los visitantes, en Granada el gobierno municipal se resiste de todas las maneras posibles a retirar de la plaza de Bibataubín una escultura que enaltece el fascismo: cinco brazos hercúleos saludan brazo en alto mientras un águila imperial los sobrevuela con sueños de grandeza racial y altanería despótica. Así son las cosas: en Alemania el arte fascista está en los museos y en Granada está en la calle; en Alemania se debate cómo enfrentarse museísticamente a la cultura nazi y en Granada el gobierno municipal no entiende que mantener en la calle "una estatua […] glorificando un saludo bajo el cual fueron asesinadas millones de personas en Europa, ofende cada día la conciencia de la sociedad civil" (Un árbol en lugar de una estatua, col. Romper el Cerco, Granada, 2009).

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