La pirámide de maslow

Esther / Ontiveros

La Europa que indigna

ESTA Europa de las 65 horas de jornada laboral, que pretende aplastar a golpe de directiva una de las luchas obreras más lacerantes de las últimas décadas; que no encuentra mejor fórmula para moderar la inflación que subir los tipos de interés asfixiando las economías familiares y coartando el crecimiento; que castiga con detenciones de hasta 18 meses el mero intento por parte de un extranjero de buscar trabajo; que abre la puerta a que uno de los sectores con mayor volumen de reclamaciones, el de la telefonía móvil, pueda también exigir a los consumidores el pago por recibir llamadas… esta Europa indigna. El 'no' de Irlanda al Tratado de Lisboa es una reacción que sólo puede sorprender a un grupo de señores abotargados en sus despachos de ministros, comisarios y europarlamentarios, ajenos a la sensibilidad de las naciones a las que representan.

Las instituciones europeas se empiezan a percibir como un monstruo de largos tentáculos capaz de inmovilizar a los gobiernos elegidos por la soberanía popular de cada territorio para obligarles a aplicar los dictados de Bruselas, a menudo revestidos de una burocracia tan farragosa que invita a sospechar de que existe un firme interés por sacar de la calle cualquier tipo de debate al respecto de sus políticas.

Los votantes de izquierdas se han llevado una mayúscula sorpresa ante la decisión de los socialistas españoles en el Parlamento europeo de apoyar la directiva de retorno de extranjeros sin papeles. ¿Por qué este giro radical en materia de inmigración? ¿Por qué suena tan parecida la melodía del plan de retorno voluntario del ministro Corbacho? Su discurso es tan distinto al pronunciado hasta ahora que no parece provenir tan siquiera del mismo partido que ganó las elecciones el pasado 9 de marzo. La "capitalización de los derechos", por la que se ingresa en un pago la totalidad de la prestación por desempleo a quienes se queden en el paro a cambio de que regresen a su país, es el mejor homenaje que se le ocurre dar a este Gobierno a los inmigrantes en agradecimiento a su decisiva aportación al crecimiento del PIB. El tsunami europeo de ultraliberalismo amenaza con arrasar cualquier intento de reconocimiento a un fenómeno crucial en la historia de la construcción de Europa.

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