Quousque tamdem

luis Chacón

Al rico indulto

LA justicia es lenta. Las sentencias condenatorias se recurren hasta el último aliento. Hasta que llega un día en el que no hay a quien apelar y la cárcel deja de ser una posibilidad desagradable para convertirse en la más dura realidad. Ya solo queda asumir las consecuencias penales de lo que se hizo y cruzar el umbral de la prisión esperando que el amargo trago pase tan rápido como sea posible. Pero no todos lo creen así; son demasiados los que siguen pensando que el Código Civil es para los ricos y el Penal para los pobres.

Sólo en esta semana, el ex presidente balear, Jaume Matas, el ex alcalde de Torrevieja, Pedro Hernández y el presidente del Sevilla CF, José María del Nido, todos ellos condenados por casos de corrupción, han solicitado el indulto o anunciado su petición. El desprecio a la justicia, la mofa a la ciudadanía, la desvergüenza y la indignidad de la solicitud son infinitas. Es claro que la alarma social que provocan los delitos contra la vida, la libertad sexual o los menores es superior a la de un delito económico. Pero estos también destrozan vidas. No lo olvidemos. Y mucho más, cuando quien comete el latrocinio es aquel que ha gestionado nuestro dinero y nuestro futuro porque depositamos en él nuestra confianza a través del voto.

Desde 1996 se han otorgado más de diez mil indultos. Visto así y dado que se firman a diario, parece una broma calificarlo -como hace la ley- de medida excepcional. Demasiados de ellos han beneficiado a cargos públicos condenados, desde un ministro como José Barrionuevo a concejales de todo signo. Por no hablar de la facilidad que tienen los ricos y poderosos para que los gobiernos borren sus delitos a golpe de firma. Esperemos que este no yerre, como lo hicieron otros y que no se indulte a quienes nos han robado con el mismo descaro que un carterista en el metro. Si acaba cayendo en esa tentación que algunos creerán chantaje, los ciudadanos confirmarán la sensación de que la justicia se manipula desde y a favor de las esferas de poder y que los políticos son una casta cerrada.

De darse ese hipotético y triste caso, la próxima vez que el rey nos cuente en el mensaje navideño que todos somos iguales ante la ley, la carcajada que va a provocar en los pocos que siguen el discurso de siempre, en esas fechas tan entrañables, será de tal magnitud que el resto vamos a creer que TVE ha vuelto a reponer un especial de Martes y Trece.

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