Quousque tamdem

luis Chacón

A vueltas con la Toma

EL Año Nuevo tiene sus ritos. Los melómanos gozan de los elegantes acordes de la Filarmónica de Viena, los deportistas de la competición de saltos de esquí de Garmisch y los hay que ven amanecer el año y duermen hasta media tarde. La malafollá granaína, que debería ser patrimonio intangible de la humanidad, ha añadido a estas acendradas costumbres la de liarla el Día de la Toma. Unos, como el PSOE, porque cuando está en la oposición no va y otros porque sólo van ese día. Son los grupúsculos de extrema derecha cuyo objetivo es gritar más fuerte que los que, desde un absurdo nacionalismo independentista andaluz, también vocean su versión de la Historia. Son pocos pero con buenos pulmones y solo pretenden imponer el boicot de las minorías a la fiesta de todos.

Conmemoramos nuestra incorporación a Castilla y a España. Pero los opositores a la Fiesta de la Toma dicen que festejamos el triunfo de un bando sobre otro. Lamento quitarles la venda de los ojos pero es lo normal; los portugueses celebran la Guerra de Restauración y la expulsión de los españoles cada 1 de diciembre. Más ridículo e insultante es oír que ensalzamos, supongo que con cierto placer morboso, el genocidio y la xenofobia. Tal barbaridad no merece respuesta. Al parecer, los musulmanes no invadieron la España visigoda sino que realizaron una amable campaña puerta a puerta de captación de fieles repartiendo folletos. Con tal eficacia que convirtió a la nueva fe que se había expandido en paz y armonía desde la península arábiga, a todos los peninsulares. En su adánica visión, Granada nació, parafraseando un famoso bolero, el día que conoció al islam, y no recuerdan que visigodos, bizantinos, vándalos, romanos, cartagineses, fenicios e iberos pasaron por aquí.

Las riadas de granadinos que han abarrotado los innumerables actos de celebración del Milenio y que han defendido orgullosos la singularidad de una idílica y fabulosa Granada musulmana, paraíso de libertades, creación intelectual y tolerancia, serían razón suficiente para acabar con tan bárbara celebración… en el caso de que existieran. La libertad religiosa no es un concepto propio de la época. Los Reyes Católicos actuaron igual que los Califas Otomanos, imponiendo la religión que creían verdadera a sus súbditos. Seamos serios. No valoremos hechos históricos con criterios actuales. Y sobre todo, dejémonos de pamplinas y tengamos la fiesta en paz.

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