Paso de cebra

José Carlos Rosales

Limpieza general

MAGINEMOS (por un momento) que, en contra de lo que viene siendo habitual entre nosotros en casos semejantes, los tribunales de justicia culminaran en un plazo prudencial (por ejemplo, en menos de un año) todas las causas abiertas alrededor del ex jugador de balonmano Iñaki Urdangarín. Imaginemos (por un momento) que nuestro eximio atleta fuera condenado a relevantes penas de cárcel y que ingresara en prisión sin demora. Imaginemos (por un momento) que, como resultado del descrédito colateral que tendría que soportar la Corona española, sobreviniera una reforma (o refundación) constitucional que modificara la naturaleza del Estado español. Imaginemos finalmente (por un momento) que se instaurara entre nosotros una especie de III República, federal o confederal, qué más da eso ahora. ¿Quedarían entonces desterradas todas las deficiencias institucionales que nos han traído hasta aquí? ¿Serían los partidos políticos más transparentes y democráticos? ¿Sus libros de contabilidad estarían eficazmente controlados por instancias cívicas independientes? ¿Dejarían los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos de conceder a dedo generosas prebendas económicas a fundaciones, clubes deportivos y asociaciones juveniles o culturales? ¿Los perceptores de dinero público estarían obligados a presentar memorias económicas anuales donde quedara registrado el destino de las cantidades graciosamente recibidas? ¿Serían cesados sin dilación todos aquellos cargos públicos que movieran el dinero de todos con finalidades bastardas inconfesables? ¿Estarían obligados los gestores políticos y bancarios a devolver todo el dinero público malversado, defraudado o gastado en sandeces sin cuento? No sé, la imaginación es libre y yo no creo que ocurriera nada de eso. Más bien haríamos otro cesto distinto, pero con los mismos mimbres; entre otras causas, porque no hay otros. ¿O, acaso, cambiaríamos de la noche a la mañana nuestros arraigados hábitos feudales y serviles: tú me das yo, yo te doy, no se lo cuentes a nadie, tú has sido siempre uno de los nuestros?

Hay gente que comienza la limpieza de la casa por el tejado y luego se olvida de los sótanos o de las cañerías. A mí me gusta imaginarme una limpieza general de mi país, una que incluya costumbres y cloacas, los trasteros y la azotea, el armario de los abuelos y el cuarto de los niños. No sé, dirán que soy un soñador, pero no soy el único.

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