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luis Chacón

Ética empresarial

LA Confederación de Empresarios de Andalucía ha elegido presidente al señor González de Lara que en su discurso de aceptación apela a la ética como fuente de éxito empresarial y social. Visto con malicia y con cierto sarcasmo parece que sus palabras contradicen la realidad española y andaluza. Hemos vivido años de corrupción rampante a la que muchos empresarios no han sido ajenos. El ex presidente de CEOE sigue en prisión y ya ha sido condenado en algunos de los procedimientos que tiene incoados; el anterior responsable de la CEA y parte de su directiva están imputados por delito de estafa en relación a una promoción de VPO y no es raro que aparezcan nombres de empresarios de éxito en los sumarios más mediáticos. El capitalismo español, áulico y cortesano, ha valorado poco el esfuerzo y el mérito. Pero el señor González de Lara lleva razón. La ética empresarial es básica para quien quiera actuar en el mercado. Pero eso es así en el mercado libre. Algo desconocido en este país de monopolios, sean encubiertos o no, empresas públicas y concesiones administrativas. En España siempre hemos sufrido un mal remedo de mercado en el que la cercanía al poder es más importante que la gestión y los contactos priman sobre la eficiencia. Por todo ello, la ética no suele ser el modelo a seguir.

El funesto ministro de Justicia que nos ha tocado en suerte, defendía las nuevas tasas judiciales con el argumento de que litigamos demasiado. Quizá debería pensar que la razón de tanta reclamación es que aquí se cumplen muy poco las leyes. Por eso, la CEA y el resto de asociaciones empresariales empezarán a tener algún crédito social el día que expulsen de su seno a todos los empresarios que defraudan a Hacienda, no pagan a sus proveedores, abonan sueldos en dinero negro, no liquidan las horas extras, cotizan por debajo de lo obligatorio, recortan salarios a trabajadores pero se los incrementan a sí mismos, no respetan la conciliación laboral y familiar, impiden las elecciones sindicales o atentan contra los derechos fundamentales de sus empleados. Mientras la ética se quede en los discursos, el cáncer de la desafección social se seguirá extendiendo.

Cada día, las empresas y empresarios que van quedando y que no tienen amigos poderosos se enfrentan al desafío de su propia supervivencia y lo hacen con trabajo, esfuerzo y respeto a los valores. Quizá el señor González de Lara se refiera a ellos.

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