ayer y hoy

José Luis Delgado granada

Juana la hermosa, no la loca

Dios vos faga virtuosa / Reyna bien aventurada / Quanto vos fizo fermosa. Versos que dedicó el Marqués de Santillana a Isabel de Portugal, abuela de Juana la Loca a la que dicen se parecía bastante.

Bajo el sepulcro labrado por el escultor burgalés Bartolomé Ordoñez en la Capilla Real de Granada se hallan los restos de Felipe el Hermoso y Juana la Loca. Siempre que acudimos a este pasaje de nuestra historia advertimos que ambos han sido bautizados con sobrenombres injustos. Los médicos dudan al calibrar el diagnóstico exacto de la reina Juana: ¿Psicosis esquizofrénica? ¿Afectiva? Mujer celosa con causa, a la que mandan a Flandes con 16 añitos; a una Corte frívola y maleducada; luego la separan de sus hijos, la encierran en castillos y conventos, en aposentos oscuros y mal ventilados, la maltratan sus tutores; siendo reina legítima de Castilla la engaña su padre, su marido y hasta su propio hijo Carlos V y aún así llegó a cumplir 76 años con más de 50 de cautiverio; es para volverse loca.

Ahora descansa en Granada esperando que nunca más la llamen 'loca', porque, aunque al final perdiera la cabeza, era mujer muy culta y muy guapa, madre amantísima y esposa enamorada, cornuda y apaleada.

Mucho más hermosa que el paleto de su marido que era de trato desagradable, pendoncillo y ambicioso. Y si fue 'hermoso' era porque sólo llegó a los 24 años, así cualquiera; aunque su muerte fue tras una torturante y espantosa agonía que lo dejó desfigurado y con un horrible y escalofriante aspecto. Nada hermoso el borgoñón, francófilo y mujeriego. Debió pasar a la Historia como Felipe el Horroroso.

Sin embargo, de los cinco hijos que tuvieron los Reyes Católicos, abortos aparte, Juana era la más guapa. Todas las descripciones que de ella nos han llegado certifican lo que decimos. Un anónimo flamenco coetáneo la describe como "buena, guapa, joven señora, digna de ser amada". El cronista francés Jean Molinet dijo de ella que era "de bello porte y graciosa manera". El mismo rey de Inglaterra Enrique VII, conocedor de la belleza de Juana, quiso hacerla su esposa al poco de quedar viuda.

Un retrato conservado en una colección particular en París fechado en 1496 nos muestra a Juana con su natural belleza, aunque el velo que le cubre la cabeza no le favorece. Mejor está en el retrato que le hace Juan de Flandes donde aparece joven, con su pelo suelto, grandes ojos misteriosos y generoso escote que intuye muy atractivos encantos. Juana la Hermosa. ¿Cómo podría soportar que su marido, por muy 'flamenco' que fuera, buscara otras mujeres en la corte flamenca? Ganas me dan de sacarlo de la Capilla Real y mandarlo a Flandes por Seur.

Uno de los cuidadores de Juana fue el fraile dominico Hernán Duque, perdidamente atraído por la viuda Juana cuando esta contaba 38 años. Ya había tenido seis hijos a los que amamantó, no había perdido su tipo y conservaba toda su belleza. A pesar de que el primer saludo que Juana le hizo a su nuevo cuidador Hernán Duque fue clavarle una peineta en la cara, irritada con sus peinadoras por el tirón que le pegaron del cabello. Transcurría el año 1517. Es verdad que al día siguiente la reina acarició la herida de la mejilla y pidió perdón arrepentida. Era una señora. Sabía Latín, Francés y era muy amante de la música. Resulta curiosa su enorme preocupación por pagar siempre puntualmente a los músicos de cámara.

Tuvo muy mala vida la pobre Juana; no merecía haber pasado a la Historia como 'La Loca' y si algo bueno hicieron con ella fue enterrarla en uno de los más bellos lugares del mundo: en Granada, frente a la casa que me vio nacer.

Descanse en paz la que en Tordesillas fue Reina de Castilla y para nosotros en su fosa, Juana la Hermosa.

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