Quousque tamdem

luis Chacón

Telemaratones

HACE poco fue la UE y esta semana la OCDE quienes han mostrado su preocupación por el deterioro que sufre la atención a los más desfavorecidos en España. Entre 2008 y 2012, los ingresos anuales de los hogares han caído 2.600 euros por persona, siendo uno de los mayores descensos entre los países desarrollados. Poco más de la mitad de los adultos españoles en edad de trabajar tiene empleo frente a la media de los países de la OCDE que supera los dos tercios. No sólo sufrimos la tasa más baja de ocupación sino que uno de cada dos parados lleva más de un año sin trabajo.

Ante esa cascada de datos es inevitable que se dibuje ante nuestros ojos un panorama desolador y no extraña que el Informe de la OCDE incida en que España es el país donde la crisis ha hecho más grande la brecha que separa ricos y pobres. La causa fundamental es un mercado laboral ineficiente al que hay que añadir un sistema de protección social mal estructurado que ofrece una cobertura muy tacaña a los más desfavorecidos. La reforma laboral, por mucho que se empeñen sus apologistas, no sólo no ha creado empleo sino que ha rebajado derechos laborales y salarios en una suerte de durísima devaluación interna.

Todos los analistas coinciden en recalcar que la recuperación económica, por muy sólida que pueda ser, no va a generar una masiva creación de empleo. Por ello, resulta imprescindible evitar que millones de ciudadanos queden marginados del mercado de trabajo. Sin embargo, esta trágica realidad convive con el despilfarro masivo de dinero público en un país donde la corrupción no ha respetado ni los fondos destinados a quienes realmente lo necesitan. Es la propia OCDE la que recomienda reorientar las transferencias públicas ya que ha constatado la paradoja de que la parte de gasto social destinado a familias relativamente acomodadas es superior a la de la mayoría de los países de la UE. Somos más pobres pero beneficiamos a los más ricos.

Parece mentira, pero ni el humanismo cristiano que dice el PP que forma parte de su ideario ni el socialismo igualitario que se supone básico en el del PSOE casan muy bien con esta situación que alarma a la OCDE y la UE. Pero al fin y al cabo en lo único que coinciden los dos grandes partidos, una vez que se analizan sus políticas reales, es en confundir la política social con la caridad lacrimógena de los telemaratones o los sorteos extraordinarios de la lotería.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios