Quousque tamdem

luis Chacón

Los rescatadores

OTRA dulce damisela en apuros espera angustiada a su caballero andante. Aún no hemos asimilado que vamos a estar veinte años pagando la quiebra de la mitad de las Cajas de Ahorros cuando aparecen una decena de autopistas de peaje que entre pucheros y con carita de pena nos piden un buen puñado de millones. Esta historia me recuerda aquel viejo chiste que decía que un jersey es la prenda de abrigo que se pone a los niños cuando sus madres tienen frío: a las concesionarias se les ha congelado la sonrisa y nosotros nos ponemos el jersey de pagafantas.

Esas vías nunca debieron construirse y mucho menos de la forma en que se hizo. En plena burbuja, la garantía que recibió la banca fue la propia obra. Pero como no quería asumir tanto riesgo, convenció al estado, ese gran defensor del mercado, de la libertad de empresa y de la responsabilidad, para que firmara - pura rutina, dicen-, unos cuantos documentos sin importancia que ocultos tras unas siglas nos acaban amargando la vida a los contribuyentes. En este caso se llaman RPA aunque podrían denominarse RIP si pensamos en nuestro dinero. La Responsabilidad Patrimonial de la Administración significa, lisa y llanamente, que si la autopista quiebra, como es el caso, el estado paga. Con nuestro dinero, lógicamente. Así puede entenderse que la banca no tuviera reparo alguno para financiar estas operaciones. Y eso que según nos cuentan ahora, las concesionarias estimaron los usuarios y por ende, los ingresos, utilizando un dado en lugar de una hoja de cálculo. Es lo malo que tiene aplicar la ilusión y no la racionalidad, que te lleva a un mundo tan feliz como irreal y en este caso, costoso.

Esa es la razón por la que el gobierno va a tener que poner encima de la mesa otro buen fajo de billetes. Aunque siempre habrá quien nos diga que, si tenemos en cuenta los datos macroeconómicos, no es más que calderilla. Habrá que recordar que hay que asumir una deuda de, como mínimo, 2.400 millones de euros. Y van ya… ni nos acordamos. Otra vez nos toca a los ciudadanos pagar la irresponsabilidad de nuestros gobernantes y los platos rotos de una fiesta a la que ni siquiera fuimos invitados. Pero ya nos vamos cansando de tanto pseudoliberal de bonanza reconvertido en socialdemócrata en las crisis que gusta de socializar las pérdidas pero nunca los beneficios. Otra barrabasada más y un nuevo capítulo de este culebrón de despropósitos.

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