El sello

CRISTINA MARÍN MUÑOZ

Mantilla y devoción

EL uso de la mantilla sobre la cabeza durante la santa Misa es una antigua tradición. Tradición que conjuga el luto con la belleza y de la misma forma fusiona el rito, el arte y la devoción.

Los orígenes de la mantilla no son muy claros. No se sabe exactamente de dónde proviene, para unos es un elemento con reminiscencias de nuestro pasado ibero. Así lo atestiguan los numerosos vestigios encontrados en la Península y se cree, por ejemplo, que un antecedente aparece en la Dama de Elche, la cual luce una especie de velo en la cabeza. Para otros, la mantilla es una evocación de los mantos que usaban las mujeres judías para cubrirse el pelo y los hombros, como signo de pudor y de austeridad.

En nuestra historia del arte, la mantilla tiene también su lugar y así Diego Velázquez en el cuadro la Dama con abanico retrata a una noble, de misteriosa identidad con la mantilla, de color negro, como signo de respeto o, incluso, duelo.

La mantilla no pasa a ocupar un lugar importante en el vestuario femenino, hasta el siglo XIX. En este momento, la populariza Isabel II, con la cual se deja retratar en varias ocasiones. En esta época la mantilla adquiere una dimensión política y protagoniza la 'revolución de las mantillas'.

Posteriormente, se sustituye la mantilla por la toquilla, para ir a misa los domingos. En el XX, el uso de la mantilla entra en decadencia. Se considera que su uso está pasado de moda. Son los años en los que se habla del 'gap' generacional entre padres e hijos. Es una época contestataria que se refleja también en una forma de vestir determinada. Frente al formalismo de los padres, se opone la informalidad de los hijos. Es, en definitiva, la oposición entre el 'usted' y el 'tú'.

Sin embargo, en este ambiente tan poco propicio, la mantilla renace con fuerza y recupera de nuevo el lugar que le corresponde. En este resurgir, sobre todo en lo que se refiere a su uso en la Semana Mayor, es de destacar la labor de jóvenes cofrades y distintas asociaciones que ya llevan años realizando actos de exaltación, e incluso pregones, a la mantilla con el fin de extender su uso y evitar que esta tradición se pueda perder.

Muchos erróneamente lo asocian al tópico vigente sobre nuestro país. Los que así piensan, desconocen que esta prenda ha ocupado y ocupa un importante lugar en nuestra historia artística y política y que la mujer española la utiliza y la ha utilizado como elemento reivindicativo de su carácter e independencia. Cada mantilla, al igual que los tartanes escoceses, es única y su carácter reside, precisamente, en su individualidad.

La mantilla la han utilizado reinas y plebeyas, jóvenes y ancianas, españolas y extranjeras a lo largo de los más de sus veinte siglos de existencia. Habrá momentos en que su uso habrá estado en decadencia, frente a otros de apogeo. Sin embargo, allá donde se utilice, allá donde se haga visible, será signo diferenciador de nuestro carácter y tradición.

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