La esquina

josé / aguilar

Sorpresa: hay más accidentes

INESPERADAMENTE el mes de marzo ha registrado un aumento de los accidentes mortales de tráfico. Hubo 91 muertos en carretera, veintidós más que en marzo de 2013, y la primera semana de abril también arrojó un balance fatídico, el peor en año y medio. Esta Semana Santa permitirá tal vez constatar si estamos ante un repunte puntual o un cambio de tendencia a peor. A mucho peor, puesto que hablamos de pérdida de vidas humanas, aparte de heridos y daños materiales.

La novedad es inquietante porque la sociedad española se había acostumbrado a convivir con el problema de la seguridad vial como un asunto menor y asimilado. Lamentable, sin duda, pero acotado en términos cuantitativos a niveles de cuasi normalidad: hay muchos coches, luego tiene que haber accidentes en cantidad aceptable. ¿Y qué podría ser aceptable? Pues un número de muertos y heridos netamente inferior a los de finales del siglo XX, y además en disminución progresiva y constante. Todavía se recuerda cuando los accidentes de tráfico se llevaban por delante a cuatro o cinco mil españoles cada año.

La normalización no fue casual ni espontánea. Como casi nada. Se consiguió por un endurecimiento consciente y planificado de las medidas penales y administrativas contra los malos conductores, por una vigilancia más estricta y mejor organizada de la Guardia Civil de Tráfico, por la introducción del carné por puntos -obra de Rubalcaba, por cierto- y por la toma de conciencia por los ciudadanos de los peligros de la conducción temeraria o imprudente. Después de muchas campañas de sensibilización.

Como la represión sigue en vigor, la Guardia Civil no ha bajado la guardia y los automovilistas no pueden haber cambiado sus hábitos de la noche a la mañana, cabe pensar que si se confirma en los próximos meses la subida de la siniestralidad será por otras causas. Los expertos apuntan en una doble dirección: por un lado, el deterioro de la red vial, que incluye el estado de las carreteras -sobre todo las secundarias- y la señalización, obra del abandono derivado de la falta de inversiones que ha traído la crisis; por otro, también la crisis está haciendo envejecer de modo galopante el parque de vehículos en circulación.

Coches más viejos circulando por vías con grietas y baches y señales que apenas se ven. Esa puede ser la explicación. Pero es pronto aún para el diagnóstico.

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