Quousque tamdem

luis Chacón

El 'aprovechao'

J UEVES Santo. San Miguel Bajo. La plaza atestada de fieles, turistas y curiosos que esperan la salida de la Aurora. Frente a la puerta del templo, un centenar de personas ocupan los pocos metros que ofrece la calle de Santa Isabel la Real para poder ver desde lugar tan privilegiado la esforzada maniobra costalera que cada año se repite pero siempre es distinta. Entre el caos de gente, taxis que llevan cofrades, autobuses urbanos y vendedores de agua y frutos secos, satisface oír como los que llegan piden permiso para ponerse delante y se ofrecen a irse al fondo si así no molestan a los que llevan tiempo esperando. Aún produce mayor alegría escuchar en otros acentos, nacionales y extranjeros, expresiones como "que civismo", "que educados" o "es increíble, tanta gente y ni un problema". Complace ver que van cayendo los tópicos y los andaluces dejamos de ser gritones y faranduleros. Ya se sabe que el nacionalismo -sea propio o ajeno- es una enfermedad que se quita viajando.

Pero como siempre tiene que haber quien rompa el encanto del momento, aparece el 'aprovechao'. Ya saben, ese ejemplar autóctono que no respeta a nadie y se cree con derecho a hacer su santa voluntad. En este caso, dos y con camisa de cuadros. Se plantan tranquilamente delante de la puerta de la iglesia, apoyados con insolencia y descaro en la barandilla que protege el desnivel de un par de metros tapando la visión al pueblo soberano que protesta. El enfado crece conforme se acerca la salida y se hace evidente en cuanto se abren las puertas del templo. Pero como supondrán, al 'aprovechao' le da igual. Estos tipos no tienen más norma que su chulería. Al poco, se impone la autoridad y un responsable de la cofradía los saca del lugar arrancando unos aplausos que corta con un gesto de respeto. Lo curioso es que si no se hubiera quitado, o le arrollaba el paso o no podía salir. Aunque, si por él fuera, no sale el Cristo. Estos tipos son de los que cuando pasean por la vía del tren le gritan al maquinista lo de "pita, pita, ¡cómo no te apartes tú!".

Y ahí es cuando caes en la cuenta de que acabas de ver una vívida metáfora de España. Una sociedad sensata a la que están sacando de sus casillas un pelotón de corruptos aprovechaos que se creen que el país es suyo. No estaría de más que los gobiernos, tras oír el griterío ejercieran la autoridad con la misma sencillez, categoría y firmeza que lo hizo el mayordomo de la Aurora.

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