Cuchillo sin filo

francisco Correal

Pujolandia

ES un fenómeno literario que está muy poco estudiado o al menos a mí me lo parece. Cuatro escritoras barcelonesas han ganado el premio Planeta. La más precoz fue Ana María Matute, en 1954. Dos años después lo hizo Carmen Kurtz. Le siguió Mercedes Salisachs en 1975 y veinticinco años después Maruja Torres. Mucho novísimo, grupo al que perteneció como única dama Ana María Moix, y nadie habla de estas novísimas. Ni siquiera, imagino, en la entrevista que el miércoles celebraron en Madrid Rajoy y Mas.

Matute y Salisachs se han ido este año. A la primera, académica de la Lengua, seguro que le molestó el silencio, la indiferencia o la ignorancia, su prima hermana, que siguió al fallecimiento de la segunda, una barcelonesa nacida en 1916. Empecé a leer La gangrena y me sorprendió la agudeza descriptiva, la despiadada crítica de una clase social y de un régimen en bancarrota. Publicada antes de la muerte de Franco. En la cita introductoria, que Salisachs leyó en un libro de ensayo, la escritora justifica la elección del título: "un mal que los roe por dentro, una gangrena que tal vez se llame vivir".

La ficción de Salisachs se convierte en ensayo y autobiografía en el último libro de Maruja Torres, Diez veces siete. Los mismos síntomas de orfandad, de desamor, de desarraigo. Cuando la periodista charnega evoca en estas memorias la Barcelona abierta de unas Ramblas en las que reinaba Ocaña, instinto y talento de Cantillana, escribe que "pronto llegaría Pujolandia". Quizás ese régimen sea el otro nombre de la gangrena, un puente conceptual entre novelistas. Un mal que los roe por dentro. Que rompe el saco de su avaricia disfrazado de senyera.

Tarradellas volvió del exilio en 1977 y su sucesor, Jordi Pujol, decidió que se exiliara su dinero. Por lo menos lo hizo a Suiza, la patria de Gamper. Todo un detalle con el barcelonismo. Y con Bárcenas. Su dinero era un firme defensor del independentismo. Boadella lo caló hace mucho tiempo, el envés del "tranquilo, Jordi, tranquilo". Es obligado releer Señas de identidad de Juan Goytisolo para rescatar esas imágenes de cierta burguesía catalana sublimando su pragmatismo en estética, su rapiña en seny. El fraude del ex honorable recuerda ese chiste de El Roto. Un hombre contempla un cuadro abstracto y dice: "Ya entiendo el cuadro. Lo que no entiendo es el precio".

Todos somos Pujol, dirán algunos catalanes. Sobre todo algunos. Los Pujol. Lo escribe Josep Pla en la primera página de su Cuaderno Gris: "¡La familia! Cosa curiosa y complicada".

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