Bloguero de arrabal

pablo Alcázar

Alpiste en el rincón

PRIMERO pensé en un golpe de calor. Luego me malicié las causas de que Pánfilo, mi jubilado disruptivo, estuviera esta mañana en las Titas tan ocurrente. Resulta que su hija le compró a principios del verano unos sobres con semillas de plantas aromáticas y medicinales. Según me dice, perdió los sobres con los nombres y no sabe si lo que le viene echando a la ensalada de tomate, junto con el queso de búfala, es albahaca o cualquiera otra hierba. También ha sembrado alpiste para el canario en un rincón de su huerto y le ha crecido tan vistoso y cimbreante que le recordó a Bob Marley y se lio unos canutos. Sí compartí, pese a todo, su asombro ante el cambio del panorama español.

Hace unos meses nadie creía que desde el poder democrático se pudiera cambiar nada. Los que mandaban eran los bancos y Merkel y ahora, quizá porque no falte en el jardín de algunos alpiste o pánico, el caso es que ya todo el mundo ve a Podemos en el poder, instaurando, sin oposición ni lucha, un régimen totalitario que fusila aquí, expropia allá; priva de la vaquita al campesino gallego, de la casita al pensionista que invirtió en vivienda y no en preferentes, arrebata las pensiones al anciano, rapa a Aguirre, encarcela a Botella, pone botox a Rajoy en su cada vez más arrugada cara. Casi me dan ganas de mirar con afecto, como hace Pánfilo, el sueño de Podemos que ha conseguido subir al imaginario colectivo la idea, otrora impensable, de que es posible devolver el poder a la gente, arrebatándoselo a los sátrapas. Hasta aquí, bien.

Pero cuando Pánfilo comenzó a desgranar sus medidas de gobierno, me dio por pensar que estaba aliñando su cabeza con la hierba equivocada. "Nada de Estado Federal", pontifica Pánfilo: "Estados asociados: España, Euskadi y Catalunya. Suspensión de las autonomías, antes de que nos arruinen por completo. Administración centralizada (no en Madrid, sino donde estén los ordenadores y los informáticos y la funcionaria del ministerio que nos resolvía todo por teléfono). Más barato y se acabarían los llantos, las jaculatorias identitarias y las deudas milenarias. Euskadi y Catalunya, que no sabrán ni podrán vivir sin su malquerida España, ya encontrarían la forma de seguir pegados al Estado español como lapas", concluye mi amigo.

Cuando le he preguntado si esto es de Podemos, me ha jurado que la idea es suya. He despedido a Pánfilo, con un: "¡arbitrista, que eres un arbitrista!". Ni se ha inmutado.

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