Puesto de socorro

javier / aguilera

Fútbol y basket a la vez

EL domingo me perdí el primer partido del Granada desde que llegó a Primera. En el Palacio medio vi la primera parte en rojadirecta.com, el 'Plus' de los pobres, y ya en casa me puse al día -a la madrugada en este- caso con crónicas, resúmenes y 'pajarillos', también llamado Twitter. Y me irrité mucho con la acción del gol del empate, que provocó que volaran dos magníficos puntos que ya estaban en la buchaca. No es la primera vez que un error garrafal y casi imperdonable de Foulquier le cuesta puntos a su equipo al final, véase Mestalla la pasada campaña. El Elche empata porque el defensa francés, al que auguro un gran porvenir en el balompié profesional si es capaz de mejorar tácticamente y a nivel decisional para aprovechar sus tremendas cualidades físicas, no cumplió una máxima que se enseña a los benjamines en cualquier lugar del mundo: la pelota no se espera, hay que atacarla, buscarla, anticiparse a la acción del rival, más aún si estás defendiendo una jugada a balón parado.

El Campeonato del Mundo de baloncesto que se está celebrando en Granada me está sirviendo para ratificar que el fútbol aún debe aprender bastantes cosas del deporte de la canasta. La accesibilidad, en la mayoría de los casos, de jugadores y técnicos a los medios de comunicación resulta agradablemente sorprendente. Si los 'Gasoles' o Calderón atraviesan la zona mixta dos minutos después de acabar un partido y tú, trabajes en la BBC o en www.mecreounapaginawebpairaloscarmenesgratis.com, los llamas para hacerles unas preguntas, lo más seguro es que se paren y te atiendan. Igual que los franceses se tiraron casi media hora, antes incluso de llegar al vestuario tras el choque que perdieron el sábado contra Brasil, concediendo entrevistas a sus compatriotas 'plumillas'.

El espectáculo, con todas las letras, que rodea y que supone cada partido, también es otro cantar si se compara con cualquier simple encuentro de fútbol. Animadoras indescriptibles, un magnífico speaker, concursos divertidos, música pegadiza, juegos continuos, buen rollo general, charangas y grupos de baile locales, actuaciones de todo tipo en pista -con unos flipantes jovenzuelos italianos que, gracias a unas camas elásticas, machacan el aro tras volar varios metros por encima de él- y, además, baloncesto del bueno. Quien no haya ido, aún está a tiempo de ver algún partido del Mundobasket. Insisto, espectáculo garantizado durante varias horas.

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