Quosque tamdem

luis Chacón

Las reglas del juego

PARECE que a la presidenta de Círculo de Empresarios le gusta provocar a la gente decente, amén de incitar a medio mundo a votar masivamente a Podemos en cuanto tengan ocasión de hacerlo. En abril arremetía contra los denostados 'ninis' y ahora se ha cubierto de gloria al declarar que prefiere contratar mujeres que no puedan quedarse embarazadas porque cuando se da tan indeseable circunstancia el daño que sufre la empresa resulta inadmisible. En dos groseros brochazos ha retratado ese país que creíamos enterrado bajo una pesada losa en el Valle de los Caídos. La España en blanco y negro en la que las mujeres ejercían de animosas dependientas o disciplinadas secretarias hasta el día de su boda porque una 'señora de' no trabajaba.

Hay que reconocer que la señora Oriol -que dado su puesto y sus seis hijos, no parece practicar lo que recomienda- y la tribu que lidera se han ganado una sala propia en el museo arqueológico que habría que situar junto a la de la Edad de Piedra.

Estos empresarios de pacotilla que prefieren el camino facilón -sea bajar el salario mínimo o despreciar a las mujeres- antes que proponer soluciones imaginativas, son puro veneno para el mercado porque sus soflamas decimonónicas dañan por igual a todas las empresas. Podríamos argumentar contra tamaña sandez infinidad de razones que la desacreditan; incluso no estaría de más revisar la ley para profundizar en la conciliación de la vida laboral y familiar. Al fin y al cabo, la familia siempre será más importante que el trabajo.

Pero basta con entender que las reglas del mercado son transparentes: empresario y trabajador buscan lo mismo, rentabilizar su capital. El del primero incluye dinero y bienes y el del segundo capacidades físicas e intelectuales. Así que si ambas partes no llegan a un equilibrio satisfactorio, el negocio será ineficiente y poco rentable y se perjudicarán ambos. Cualquier otra visión de las relaciones laborales es falsa; la idea paternalista que hace de empresa y empleados una familia o la que les exige una permanente lucha de clases no son más que espejismos ajenos a la realidad. El resto de reglas que nos hemos dado no son muy distintas de las que también existen en otras sociedades abiertas y avanzadas. Si una empresa es incapaz de ser rentable respetándolas, algo fallará en su estructura interna o en su gestión y dirección. Y aquí no vale lo de 'eso es gol porque la pelota es mía'.

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