Opinión

Diego Molina Collado

Malditos los que utilizáis a CCOO en beneficio propio

ESTOY muy indignado, irritado, lleno incluso de ira, como miles de afiliados y delegados de CCOO no solo por el escándalo de la utilización inmoral de las tarjetas opacas por parte de dirigentes de nuestro sindicato sino además por el daño irreparable que le están haciendo a nuestras Siglas y a los que día a día nos dedicamos a píe de calle al honroso y digno oficio de defender los intereses de los trabajadores y trabajadoras de este país, a veces, y no nos quejamos, en unas condiciones difíciles y precarias. Pero esto último ya no importa, ahora lo primordial es transmitir y fijar una determinada imagen de CCOO sin poner cuidado alguno en distinguir entre los corruptos y el resto de los dirigentes y delegados honrados, la inmensa mayoría, sino que más bien se hace lo contrario. El caso de las tarjetas ha ayudado, está ayudando, a meternos a todos en el mismo saco, a cebar la perversa idea de sindicato podrido, identificado con el despilfarro, la corrupción y la deshonestidad, sobre todo para los que desde siempre han extendido solapadamente la sospecha sobre el conjunto del sindicalismo de clase que representa CCOO.

Y ahora nos toca a la tropa militante defendernos de estos ataques injustos e inmerecidos, porque frente a estos ex compañeros -han sido obviamente expulsados- corruptos, los delegados y delegadas sindicales de CCOO vamos a seguir estando allí donde se sigan produciendo injusticias en las relaciones laborales de este país para proteger, pese a quien le pese, las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras, porque nuestro principal objetivo es llevar a cabo, con la máxima eficacia exigible, la función de representación que tenemos atribuida. Y lo hacemos no con tarjetas opacas, sino trabajado mañana, tarde y noche si es necesario; disponibles las 24 horas de los 365 días del año porque para nosotros la defensa de los trabajadores no tiene horas; desplazándonos en los medios que supongan menos gasto para el sindicato -como ejemplo, yo suelo acudir a mis visitas a centros de enseñanza de la provincia en una furgoneta de mínimo consumo en gasoil que mi padre utilizaba en su trabajo como jornalero-; con dietas que sólo dan para un bocadillo o un menú barato... porque estamos convencidos de que un trabajo sindical honrado y de la máxima eficacia ha de hacerse desde una racional austeridad. Obviamente no podemos garantizar la absoluta honradez de todos los que nos dedicamos a esta digna función, porque esto es imposible. Lo que sí garantizamos es la honestidad de la mayoría de los representantes sindicales de CCOO, que trabajamos en el seno de una organización cuya historia es una garantía en sí misma y que es la organización más importante de este país, con más de 1.000.000 afiliados/as y más de 100.000 delegados/as sindicales. Afiliados, delegados y permanentes sindicales que debemos sentirnos orgullosos de pertenecer a un sindicato de clase, como instrumento no sólo para defender los intereses de los trabajadores, sino también para intervenir en la sociedad con el único fin de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

Y repito, malditos y mil veces malditos los que en nombre de CCOO obtenéis un beneficio propio.

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