francisco Andrés Gallardo

Una musa barcelonesa para los pioneros de tve

LOS jóvenes conocieron a Amparo Baró como la marchosa Sole, que arreaba collejas a su hijo Paquete (Javier Cámara) en Siete vidas, mientras adoctrinaba con comunismo nostálgico: las antípodas a la actriz. Amparo no tenía mucho que ver con Sole, ella llevaba algunas espontaneidades callejeras como podía, pero fue el personaje televisivo que le brindó su popularidad reciente. Fueron más de 200 semanas en Telecinco, la primera comedia española en rebasar esa cifra. Globomedia contó con ella para otra serie, en otra cadena y en un rol bien diferente, como gestora de El internado, en Antena 3. A muchos les sorprendió ese cambio de registro dramático, pero los espectadores que la habían seguido durante más de 40 años en TVE sabían de su versatilidad, de su capacidad para el drama o el terror (participó en la serie El quinto jinete, 1975; e Ibáñez Serrador contó con ella para las Historias para no dormir en color, en 1982) y que gozaba, por supuesto, de una vis cómica bien pronunciada. Entre su docena de apariciones en Estudio 1 figura Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1977), con Luis Varela o Ismael Merlo; o La venganza de don Mendo.

Cuando la concepción de las ficciones en TVE difería de las series contemporáneas, con capítulos que eran obras de teatro breve, Amparo Baró fue de las actrices más prolíficas. Intervino en Que usted lo mate bien (1979), Las doce caras de Eva (1971), Si yo fuera rico (1974, que protagonizaba Antonio Garisa) o la más audaz Silencio, estrenamos, en el mismo año, de Adolfo Marsillach. En Novela, adaptaciones literarias, intervino en El camino y para TVE en Cataluña participó en la versión en catalán de El enfermo imaginario de Moliere, en 1969, pionero en este idioma.

Amparo fue uno de los primeros rostros populares de TVE y fue una de las musas del realizador y guionista Jaime de Armiñán. Contó con ella para renovadores contenidos de ficción como Galería de maridos, con Marsillach (1957), Mujeres solas (1960-61) junto a Alicia Hermida o Elena María Tejeiro; Chicas en la ciudad (1962), Tiempo y hora (1965-67) o Fábulas (1968). También intervino en la serie de Álvaro de Laiglesia El tercer rombo (1966).

Tiempos de prehistoria para una TVE que la fichó para que hiciera de la inquilina más anciana de Juntas pero no, revueltas, prescindible revisión española de Las chicas de oro en 1995, junto a Kiti Manver o Mónica Randall, y en la floja Tío Willy de Andrés Pajares, en 1998. Pocos meses después se incorporaba a Siete vidas para hacer el papel que la conectó con todas las generaciones.

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