Por si acaso

pablo / gutiérrez-alviz

Con final feliz

UN título insinuante y algo morboso atrae a nuevos lectores y debo esmerarme para, como dicen los de mercadotecnia, "fidelizar" al consumidor de artículos de este diario y que lea y recomiende el que escribo todos los viernes. El final feliz cabe aplicarlo a todos los órdenes de la vida. Y hasta para la muerte. En mi juventud, los críticos de cine no querían ni ver las películas con happy end americano. Ahora, el final feliz tiene una acepción erótica que conturba los sentidos en las casas de masajes, siempre con rebuscados nombres orientales. También cabe referirlo a una muerte dulce y a la eutanasia. Y parece que algunos ancianos marchosos consiguen empalmar estos actuales significados con una sexual despedida de este mundo, quizá causada por los efectos secundarios de la famosa pastilla azul.

Los analistas de los distintos mercados intentan medir la felicidad del cliente para convertirlo en un fanático de los productos o servicios que correspondan. Lo hacen mediante las llamadas "encuestas de satisfacción". El estudio de las respuestas puede abrir un nuevo nicho de negocio.

Y como las empresas de servicios funerarios son especialistas en nichos, también remiten encuestas de satisfacción. Muchas de las preguntas debería responderlas el difunto, pero el pobre ya no está para preocuparse sobre el féretro ni sobre su propia presentación. Lo peor de todo es que si devuelves relleno el cuestionario, te regalan un DVD muy sesudo sobre el sentido de la parca. No veo la "fidelización" en este sector de las pompas fúnebres. Nadie se pone a recomendar una funeraria salvo sus dueños o empleados. Y desde luego, no es un tema agradable de conversación. A un supersticioso le daría mucho yuyu.

La única vez que tuve que elegir un ataúd, el empleado que me atendió -muy comercial- dijo:

-Creo que ese modelo se nos acabó ayer. Escoja este otro, que es algo superior, pero mucho más bonito. Quedará muy contento.

En los casos de personas que padecen graves y prolongados sufrimientos por enfermedades terminales o de las muy mayores en estado vegetativo, la muerte puede tener un componente de dulce final, o de descanso. Pero nunca para producir alegría ni felicidad, y menos el entierro, aunque el fiambre salga más guapo que cuando estaba vivo.

-Oiga, ¿tiene un final feliz para este artículo?

-Sí: un abrazo y hasta el próximo viernes.

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