Crónica personal

Pilar / cernuda /

El gran pacto

SERÁ el primer acuerdo entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, que recuerda el pacto antiterrorista que alcanzaron Aznar y Zapatero por iniciativa de Zapatero, entonces en la oposición, y que quedó en nada cuando el entonces líder del PSOE se hizo con el Gobierno.

El terrorismo islamista es un asunto suficiente serio, grave e inquietante como para que el presidente de Gobierno y el secretario general del PSOE arrinconen por un tiempo sus diferencias y velen por la seguridad de los españoles.

Si grave era el terrorismo etarra, que convulsionó este país durante décadas, más angustioso aún es el terrorismo islamista, con sus hombres y mujeres dispuestos a inmolarse por sus creencias. Hombres y mujeres que no ponen barreras a su brutalidad, en la que cabe decapitar, degollar, violar, mutilar, y hacer explotar camiones cargados de explosivos contra lugares masificados, estrellar aviones contra edificios simbólicos o colocar bombas en trenes cargados de gente en hora punta.

El acuerdo, por tanto, sólo puede ser bienvenido, sólo puede ser recibido con satisfacción. Lo inaudito, lo irresponsable, habría sido que dos dirigentes sensatos de dos partidos sensatos como son el PP y el PSOE, no pudieran llegar a puntos de coincidencia con los que sumar esfuerzo en la lucha contra el mal superlativo. El terrorismo islamista no conoce fronteras en su campo de actuación, atenta incluso contra sus propios hermanos de religión y sangre; como los nazis, premia a quien se revuelve contra sus propios padres porque no se suman a su movimiento, y no tiemblan ante el genocidio sino que, por el contrario, lo alientan, como han hecho en el territorio de Iraq y Siria, que han conquistado por las bravas y desde donde tratan de extender sus tentáculos hacia el resto del mundo.

España ha sido el país europeo más golpeado por el terrorismo islamista, el nombre de Atocha permanecerá siempre en la memoria. Pero también Francia, el Reino Unido, Argentina, Estados Unidos y varios países africanos y asiáticos conocen su brutalidad. Sus métodos de captación son convincentes y efectivos, lo que significa que siembra el mundo con miles de yihadistas fanatizados dispuestos a cualquier cosa; han calado en sectores muy concretos de la sociedad, no necesariamente marginados, lo que convierte en potenciales asesinos a personas de las que nunca se podría sospechar capaces de tanta maldad. Por eso son tan peligrosos.

Pedro Sánchez ha dado pruebas de responsabilidad.

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